viernes, 20 de diciembre de 2013

9.3.

¡FELICES FIESTA A TODOS! Espero que sea para todos unas buenas (y merecidas) vacaciones y esperemos que sean un prospero año este 2014, a ver si tenemos ya el epílogo de una vez.

Cuando Saphira emergió, Eragon nadó hasta la orilla derecha y se puso a buscar su camisa, la encontró tirada cerca de una roca curiosamente lisa, Eragon se la puso y después se tumbó en la roca. La dragona llegó unos minutos después con la comida, había cazado dos pequeños ciervos, Eragon se preguntó dónde demonios los había encontrado. Pesé a que le costó mucho, pensó que ya que estaba muerto, sería un desperdicio, así que después de echarle una mirada de reproche a Saphira, se fue a por leña, ya que no quería comerse la comida cruda. A un par de metros, encontró un árbol seco y cortó varias de sus ramas con Brisingr, la hoja élfica de la espada arrancaba las ramas como si se tratase de hierba. Después de sus seres queridos, su espada era lo que más amaba en el mundo.
Cuando volvió junto a la dragona, tiró todas las ramas que había recolectado juntas y señalándolas gritó “¡Brisingr!”. De pronto todas las llamas prendieron en un brillante fuego azul, al igual que la hoja de su espada. Eragon apagó las llamas de la espada y después se las apañó como pudo para que la parte que le correspondía de uno de los ciervos se asase. Saphira engulló el primer ciervo y la otra parte del segundo antes de que la comida de Eragon estuviese lista y como seguía teniendo hambre tuvo que volver a irse a por otro. De manera que Eragon empezó a comer solo su ciervo. Cuando la dragona volvió, su boca de reptil traía otros dos ciervos y dijo:
-          Por si acaso.-después de ver que Eragon ya estaba comiendo añadió- Eh, no me has esperado.
Eragon no pudo contener una sonora carcajada ante la queja de la dragona. Después cuando vio que ella lo decía en serio se apresuró a disculparse. La comida transcurrió en silencio y cuando terminaron, para descargar la tensión, Eragon dijo:
-          Me ha encantado tu regalo –Saphira giró la cabeza hacia él y dijo- ¡Si aún no ha llegado lo mejor!
-          ¿Y qué es lo mejor?
-          Una sorpresa –respondió la dragona con un tono juguetón. Eragon tuvo que resignarse, ya que conocía a la dragona y sabía que no  iba a sonsacarle nada más. Justo cuando Eragon empezaba a quedarse dormido en la piedra, que ahora estaba caliente, Saphira añadió- Pero ahora que lo pienso, sería mucho más divertido, si pudieses aguantar bajo el agua.
Eragon estuvo un rato cavilando en ello y al final encontró la solución, crearía una burbuja de agua que e torno a su cabeza de manera que siempre estuviese llena de oxígeno. Miró a la dragona para comunicarle su descubrimiento, y descubrió que ella ya estaba inclinada hacia un lado invitándole a subir.
-          ¿Subes?-preguntó la dragona-.
 Llévame donde quieras, soy tuyo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Capitulo 9 parte 2

¡Tranquilos! No he muerto, sigo aquí, gracias a todos por preguntar eh! Esta bien, saldaré mi deuda de estas últimas semanas, creo que dos paginas y media serán suficientes, o al menos eso espero. Espero que os vaya bien a todos, hace poco compuse los últimos compases de la otra gran batalla del epílogo, espero acabarlo lo antes posible.

Os dejo aquí, la continuación del noveno capitulo despues de 4 semanas

Eragon aprendió a mover las piezas, a comerse las del contrario, que había una forma de guardar la partida para después poder analizarla sin utilizar la memoria ya que las casillas tenían un nombre cada una y que la partida acababa cuando el rey, que es la pieza más importante es atacado y no puede salvarse de la perdición,  a esto se le llamaba jaque mate. Después, ambos jugaron una partida en la que Jeod encontró el camino al jaque mate en cuatro escasas jugadas cuando la dama blanca de Jeod irrumpió en la casilla f7 protegida por el alfil blanco. Eragon se sintió humillado ante tal brutal demostración de poderío sobre el juego. Entonces Eragon escuchó una voz familiar en su cabeza:
-          Vaya tunda te han dado ¿eh? Bueno, si ya habéis acabado deberíais venir. Ah, por cierto, trae la silla.
Eragon comunicó a Jeod que Saphira los esperaba y ambos serpentearon por las calles de la ciudad hasta salir al lugar que Saphira les había indicado. La dragona estaba en una pequeña colina cerca de la arboleda que quedaba al oeste de Ilirea. Contemplando la ciudad desde lo alto de la colina, Eragon se quedó maravillado con lo que había cambiado la capital tras el paso del fantasma negro de Galbatorix y, por primera vez desde que empezó el reinado de Nasuada, pudo afirmar que había merecido la pena. “Ponme la silla. Date prisa, hoy tengo hambre” le dijo la dragona. “Eso mejor no se lo digo a Jeod, ¿no?” respondió Eragon con una risita.
Cuando Eragon terminó de ensillar a Saphira, esta le dijo el motivo por el que había pedido que llevase también a Jeod. De pronto, el jinete recordó su antiguo acuerdo con Jeod  y enseguida le dijo al rey termiano “Aún tengo una deuda pendiente contigo, viejo amigo, ¿recuerdas cuál es?” Inmediatamente, al anciano se le iluminaron los ojos en señal de que aún no había olvidado su viejo acuerdo y tras una rápida mirada inquisitoria a Saphira, a la que ella respondió “Monta Jeod, este es el sueño que tanto tiempo has deseado obtener. Monta y juntos surcaremos los prados azules del cielo.”, Jeod dio un gran desde el lugar desde donde estaba a la silla directamente. A Eragon este sorprendente movimiento lo dejó clavado en el suelo, Jeod había conseguido lo que no lograría en toda su vida, parecía que el anciano hubiese rejuvenecido sesenta años de golpe.
Saphira desplegó entonces las alas y de pronto echo a volar. Curiosamente Jeod no dio apenas un gritito de susto, como si ya lo estuviese esperando todo y cuando Saphira alcanzó una altura considerable, el anciano dio un grito de júbilo que fue secundado con el rugido de la dragona. Jeod miró entonces a Eragon, y este a pesar de la distancia que los separaba, gracias a su vista de elfo, pudo advertir en la mirada de su amigo satisfacción, alegría, alivio, pero sobre todo agradecimiento.
Eragon se quedó tumbado todo el rato que duró el vuelo en la hierba verde de la colina, observando las miles de cabriolas que hacía la dragona para asustar a Jeod, pero este estaba demasiado feliz como para dar cabida a otro sentimiento. Eragon vio a la dragona fundirse con el azul del cielo a la vez que sus brillantes escamas reflejaban una luz que lo teñía todo del color de sus escamas y confirmó una vez más lo que llevaba tanto tiempo pensando, no había otra cosa más hermosa.
Después, su mente vagó por los grandes prados de la memoria. Recordó sus primeros años, la gente de Carvahall, el tío Garrow y la tía Marian, todos ellos seguían presentes y eran tan reales como aquellos a los que aún podía ver. Poco a poco sin que él se diese cuenta el Eragon niño, paso al adolescente, recordó con gracia los raros cambios hormonales que su cuerpo le daba sin que el entendiese por qué, y después llego aquella noche en la que se encontró aquella gran piedra de color azul zafiro. Ella lo había cambiado todo, y todavía casi cuarenta años después, Eragon seguía sin entender por qué a él. Más recuerdos pasaron por su cabeza sin que el prestara demasiada atención, porque la misma pregunta seguía rondando en su cabeza: ¿Por qué él? Pero esta vez la pregunta no se dirigía al hecho de ser jinete sino porque se le daba la difícil elección de obtener o no lo que era suyo y todo se sabría en la próxima luna llena, era muy poco tiempo.
Al final, Saphira terminó aterrizando un par de metros más allá de dónde él se había tumbado. Jeod desmontó muy despacio, Eragon no supo si lo hacía ya por su avanzada edad o sencillamente porque no quería que aquel momento mágico acabase. Cuando el anciano volvió a mirarlo, Eragon pudo ver que los ojos del viejo reflejaban la luz del sol, interminables filas de lágrimas peleaban  por dejarse caer primero por las mejillas del anciano, pero ninguna parecía ser la gran vencedora. Eragon  iba a decir algo, pero Jeod fue más rápido:
-          Eragon, tú no sabes lo que me has dado hoy, pero yo sí. Me has dado el sueño de toda una vida, me has hecho creer que todo lo que he hecho en este mundo ha valido para algo. Gracias.
Esta vez Jeod ya no pudo aguantar más y rompió a llorar. Eragon intentó decir algo de nuevo, pero esta vez fue la dragona la que le impidió hacerlo:
-          Jeod –llamó. El anciano no tardó más de medio segundo en darse la vuelta hacia la dragona- Cuando estés en tu lecho de muerte y empieces  a agonizar. Llámame, simplemente di mi nombre, te escucharé alá donde estés. Y aunque no evitaré tu final, haré que tus últimas horas sean las mejores. Tendrás uno de los privilegios que muy pocos, incluso los jinetes, tienen. Si me llamas, morirás sobre mi lomo, con el viento a tus espaldas y con el único límite del cielo. Hasta entonces.
-          Gr…Gra… Gracias.
Jeod se fue andando de nuevo a la ciudad con la promesa de un nuevo vuelo en el lomo de Saphira, que lo hacía explotar de alegría. Cuando desapareció de la vista de Eragon y Saphira, este calculó más o menos cuatro metros desde donde estaba la dragona e intentó repetir el salto de Jeod. En el momento en el que despegó los pies del suelo, supo que algo no iba bien, a pesar de que había saltado con todas sus fuerzas, terminó golpeándose en la nariz con la pata de la dragona. Y después cayó con el culo en el suelo y tuvo la sensación de haberse golpeado con un martillo.
Después, cuándo analizó detenidamente lo que había hecho, no pudo contener una carcajada por la gran estupidez que había hecho. Saphira, que al principio se había preocupado por lo que le podía haber pasado, también empezó a reír sin parar. Eragon riéndose aún, ascendió por la pata de la dragona y se sentó en la silla. La dragona alzó el vuelo, no sin dificultad, ya que riéndose, todo es más difícil. Saphira se elevó hasta el punto de que si alguien la miraba desde el suelo creería que apenas miraba un águila. Lentamente, se dirigieron al oeste, Eragon no sabía exactamente lo que Saphira se proponía pero por lo que la dragona le había dicho el día anterior y por la dirección que había tomado se hacía una ligera idea.
Volaron hasta que el sol se asentó vigilante en lo alto del cielo, ambos notaban ese sentimiento que les unía tan fuerte como hacía mucho tiempo que no lo sentían. Salir de Alagaësia no había sido un error, lo había sido permanecer fuera de ella durante tanto tiempo, Eragon casi había olvidado lo que le ataba a aquella tierra que había sido su mundo, el olor de la tierra, el verde del campo y el susurro del viento en el oído, todas aquellas cosas que hacían que la vida tuviese sentido. Mientras que la de Eragon se había vuelto gris y fría, poco a poco, gracias a su retorno volvía tornarse de muchos colores y repleta de alegría. Por primera vez sentía lo que le había dado a Alagaësia, sintió, que había liberado al mundo de un gran tirano y que todas las vidas que se había llevado habían muerto por una buena causa.
Sin que él se diese cuenta, Saphira empezó a descender lentamente hacia el suelo. Pequeñas gotas de agua se adherían  a la ropa de Eragon mientras atravesaban aquel mar de nubes blancas, al estar tan frías Eragon tuvo que volver a la realidad para crear un hechizo protector para que no se mojara tanto y entonces fue cuando vio lo que Saphira le tenía reservado aquella mañana. Unos trescientos metros por debajo de ellos, las dos orillas del río Ramr se extendían a sus pies. Saphira cada vez descendía más deprisa y cuando Eragon comprendió que no iban a hacer un pequeño descanso en tierra, apenas tuvo tiempo de quitarse la camisa y lanzarla hacia cualquier sitio y coger aires antes de que los dos se zambullesen en el río.
El impacto fue tan brutal, que Eragon no pudo evitar cerrar los ojos. Sintió como si se estrellase contra una pared de piedra y se rompiese en un montón de trozos, pero como tenía Saphira cerca tampoco le importo demasiado. Inmediatamente sintió como el agua le empapaba todas las partes del cuerpo y todo sonido se desvanecía. Saphira seguía descendiendo y cuando Eragon consiguió abrir los ojos, lo que vio le sorprendió. Inacabables masas de agua hasta donde le alcanzaba la vista y grandísimas cantidades de peces, que se apartaban a su paso, los miraban extrañados, como si ellos no perteneciesen a ese lugar. Eragon descubrió que ahora también tenía mayor capacidad pulmonar gracias desde la celebración del Juramento de Sangre que antes, pero ya le empezaba a faltar el aire y se lo tuvo que decir a Saphira. La dragona asintió y se dirigió a la superficie.

domingo, 20 de octubre de 2013

9º capitulo

Digamos, que este es mi propio toque a la novela por decirlo así, siguiendo los pasos de Ruiz-Zafón que es incapaz de no meter una partida de ajedrez en cada una de sus novelas, como voy a ser yo aquel que no lo haga ¿no?

9 Viejas cuentas pendientes.
Eragon se despertó jadeando, la camisa se le había pegado al pecho y un viento frío que provenía del oeste le hacía tiritar de frío. El sol aún no había salido por el horizonte, pero los primeros rayos de la mañana se adivinaban por el ligero toque granate que empezaban a adquirir los cielos del este.
El jinete recordó las últimas palabras que Saphira le había dicho el día anterior y fue a buscar a Jeod en el palacio de Nasuada. Le encontró en uno de los jardines de este, jugando con un joven  soldado a un juego que el desconocía pero advirtió que el tablero de juego se dividía en sesenta y cuatro  casillas blancas y negras que se sucedían entre ellas de manera que cada casilla blanca tenía cuatro negras a su alrededor y cada negra cuatro blancas. Eragon se quedó observando a los dos jugadores durante mucho tiempo, ambos estaban concentrados en el juego que ninguno parecía advertir su presencia, así que se los quedó observando intentando descifrar los enigmas del juego. Advirtió que había dieciséis piezas de cada color, blancas y negras, y que de esas dieciséis ocho eran iguales, además había otras seis que eran iguales dos a dos, dejando dos parecidas pero no iguales en el centro de la fila más cercana de cada jugador, y que cada una de ellas tenía una forma especial de moverse.
Finalmente, cuando muchas piezas se quedaron fuera del tablero a Jeod se le iluminó la cara y moviendo una pieza que imitaba la forma de un caballo dijo “Bueno, esto es jaque mate” Fue entonces cuando este se percató de la presencia del jinete y después de dar las gracias al soldado y haberle pedido que regresara a su puesto se dirigió a él.
-          ¿Sabes jugar?-dijo señalando al tablero. Eragon negó con la cabeza. Jeod añadió haciendo un ademán invitándole a sentarse con él en el banco: ¿Tienes tiempo?

Eragon dirigió su mirada de nuevo hacia el horizonte y pensó que tenía tiempo suficiente hasta que Saphira los reclamase así que sonriendo a Jeod  se sentó con él y este le enseño a jugar.

domingo, 13 de octubre de 2013

Ultima parte del octavo capítulo

En serio que gusto da ver las 75 visitas del miércoles pasado y que no bajan de 20 diarias. bueno tratare de no romper la buena racha hablando de ello. Me limitare a continuar con el epílogo, asi que aqui os dejo la ultima parte del octavo capítulo, el finde que viene: 9 Viejas cuentas pendientes, aunque podia ser una parte de este capitulo que acabamos.

-          Si te lo dijese, no sería una sorpresa, ¿no? Pero te daré una pista, tienes que traer a Jeod, aún tienes una vieja cuenta pendiente con él.
Por primera vez desde que empezó la conversación, prestó algo de atención, pero cuando Saphira se negó a darle una nueva pista, se resignó a hacer lo único que podía en aquel momento, echarse a dormir. Ya queno tenía sueño, empezó a darle vueltas a la sensación que le había abordado cuando miró por primera vez a sus antiguos compañeros. Aunque pensó que estaba preparado, le resultó tremendamente extraño ver que mientras que Arya, Garhvog, Orik y Ángela conservaban prácticamente iguales sus rostros, largas cabelleras de colores de plata y nieve cubrían los rostros de Roran, Nasuada, Jeod, Orrin y Elva. En cambio lo que más le sorprendía y lo que no le había abandonado era la misteriosa resurrección de Brom. No es que tuviese un mal presentimiento sobre ello, ni que no le gustase que su padre hubiese recuperado la vida, pero todas las leyes mágicas decían que no se podía devolver la vida a los muertos.
Finalmente, tras convencerse de que no iba a sacar nada en claro él solo, abandonó ese pensamiento y otro lo abordó de nuevo. Asegurándose de que Saphira estaba profundamente dormida, abrió la bolsa y puso el regalo que el dragón multicolor le había dado en el suelo. El objeto estaba frío y duro, pero era hermoso y las palabras del dragón se introdujeron de nuevo en su mente: “Aquí te entrego Eragon, Asesino de Sombra el objeto más preciado de nuestra raza. Ya eres poderoso, pero con él serás invencible. Sin embargo, para obtenerlo debes renunciar a todo ¿entiendes?” Entonces el dragón deslizo la mirada hacia una de las partes de su cuerpo, Eragon no necesitaba levantar la vista para saber que estaba saber que estaba mirando el dragón. “Espero tu respuesta la próxima luna llena, ten en cuenta lo que puedes ganar y perder. Espero tu respuesta.” Después el dragón se deshizo en los cerca de cuarenta dragones de diferentes colores que lo habían formado. Lentamente guardo de nuevo el poderoso objeto en la bolsa con cuidado, aunque estaba seguro de que no iba a romperse fácilmente. Al final, utilizando los ejercicios de relajación que Oromis le había enseñado, consiguió dormirse con el doloroso recuerdo de aquellos dos jóvenes jinetes besándose.

Durante la noche Eragon soñó con  Arya. Se veía a él mismo entre la niebla, persiguiendo la lejana silueta de la elfa. Él la llamaba, pero esta no le respondía y seguía caminando. Cuanto más avanzaban más espesa se hacía la niebla y más le costaba seguirla hasta que finalmente la perdió. Entonces el gritó su nombre pero ella no acudió, cuando, de pronto, entre la niebla, unos grandes ojos amarillos le indicaron que los siguiera. A Eragon, aquellos ojos no le caían demasiado bien, pero sentía que podía descubrir algo importante. Finalmente, los ojos le guiaron ante una escena en la que Eragon no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar. En medio de la niebla, dos figuras se besaban, una era Arya y la otra Eragon supuso que era Faölin. Entonces los ojos descubrían un cuerpo completo, un lobo que saltaba y le devoraba las entrañas ante sus gritos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Octava capítulo Cuarta parte

Hoy tengo pocas cosas que contar, así que me limitare tan solo a dejaros el fragmento semanal.

Cuando acabo de hablar, Eragon volvió a dejar vagar su mirada en el infinito. Era la primera vez que daba un consejo de tales magnitudes, y sin embargo no se sentía extrañado ni preocupado, sabía que había hecho lo correcto, y aunque Orrin ahora pensase que le había destrozado, pronto entendería que había hecho lo mejor para él. “He cambiado tanto, antes me costaba mucho hablar con alguien sobre algo medianamente serio y ahora voy yendo por ahí dando consejos sobre la vida y la muerte” pensó el jinete mientras se reía para sus adentros. Permaneció un tiempo  sentado junto al anciano rey surdano, nunca supo cuánto tiempo fue a ciencia cierta, solo que, cuando lo consideró oportuno se despidió del rey y fue al encuentro de la dragona. Pero cuando apenas le quedaban un par de pasos para salir del jardín escuchó una voz a sus espaldas:
-          Eragon…Gracias, de ahora en adelante estoy en deuda contigo. Nuestras viejas diferencias quedan para mí enterradas con lo que me has dicho hoy. Gracias.
Y entonces el rey se levantó y se fue a su habitación. Eragon llegó de nuevo junto a Saphira que le preguntó por lo que había ocurrido y él se lo contó todo. Luego, sobrevolaron  Ilirea hasta aterrizar  de nuevo en la gran plaza. Allí estaban la mayoría de los jinetes y dragones, entre ellos Murtagh y Espina que parecían profundamente dormidos. Eragon encontró un hueco cerca de ellos y él y Saphira se instalaron lo mejor que pudieron. A lo lejos, este, advirtió a dos jóvenes jinetes sentados en un pequeño banco de piedra, y de pronto ambos se fundieron en un largo beso. Eragon no pudo reprimir un rápido gemido de dolor, mientras que un puñal invisible le atravesaba el corazón, esto a Saphira no se le pasó por alto. Para aligerar su carga intento consolarlo:
-          Todo ha cambiado desde entonces, ahora tienes una nueva oportunidad.-dijo la dragona-.
-          En eso te equivocas, yo he cambiado, pero ella no lo sabemos. ¿A lo mejor lo ha hecho, pero para peor? –este último comentario en el que Eragon no había pensado realmente en serio, lo asaltó con una fuerza que bien estuvo a punto de derrumbarlo. Saphira viendo que la conversación no iba por donde ella pretendía, cambió radicalmente de tema y dijo- Te tengo preparada una sorpresa para mañana.
Eragon que solo prestaba atención a sus propios pensamientos, tardó un rato en responder y cuando lo hizo, fue sin ganas.

-          ¿Cuál?

sábado, 28 de septiembre de 2013

Octavo capítulo tercer parte

Siento que este capítulo este siendo tan filosófico, pero no puedo hacer que el pobre Orrin se mueva demasiado. Eso sí, os prometo que el siguiente, será más movidito e interesante. respecto al epílogo global, como ya os dije, está establecido en el período de una semana, pues ya podría decirse que estoy en las primeras horas del domingo, todavía de noche eso sí, concretamente en el capítulo 17, el más importante para Arya y en el cuál es la absoluta e indiscutible protagonista. 
Quería comentar que dependiendo del epílogo (como probablemente ya habréis notado), el caracter principal va rotando dependiendo del capítulo, aunque casi siempre entre Arya y Eragon, exceptuando el 7 que es Roran como ya habréis podido advertir, y uno que pienso hacer en el cuál será Murtagh. Solo eso.

Así pues os dejo la continuación al fragmento de la semana pasada.

-          ¿Crees en los dioses?
-          ¿En cuáles de ellos?
-          En cualquiera.
-          No sé, no creo que tales dioses existan y permitan tanto sufrimiento aquí abajo, pero es raro pensar que no hay nadie rigiendo el mundo.
-          Piénsalo así,  los elfos  lo hacen, y yo en el tiempo que he estado fuera, he aprendido a hacerlo también: ¿Por qué es necesario que haya alguien allí arriba? –dijo mientras señalaba el cielo- ¿Por qué tiene que haber alguien que domine por encima de todos? Mientras que si realmente no hay nadie, todos somos dueños de nosotros mismos y no simples peones en el tablero de los dioses. –hizo una pausa para recapacitar sobre si debía realmente responder a la pregunta de Orrin y finalmente dijo- Puedes pensar así hasta que llegué el momento, pero cuando este llegué, crearas un dios para sobrellevar la carga, pero eso no te ocurrirá solo a ti, sino a todos, todo el mundo cuando mira a la Muerte a los ojos crea un ser superior para esquivar la evidencia de que realmente se acerca el final. No, rey Orrin, no hay un más allá, cuando nuestro cuerpo muere, todo se acaba, aunque la vida continúe en otro lugar. Cuando uno muere entra en algo llamado vacío, solo, incluso el vínculo que une a un jinete con su dragón se rompe cuando uno de los dos entra en el vacío. Nadie nos acompaña cuando entramos allí. Eso me dijo uno de mis mentores hace ya muchos años, desde entonces he tenido tiempo de reflexionar sobre eso, porque nadie es realmente inmortal,  la inmortalidad es muy larga y es imposible sortear todos los obstáculos que te va poniendo, puedes esquivar muchos pero finalmente alguno te hará tropezar.
     “No Orrin, no hay un más allá y precisamente por eso, porque no hay nada    después, es por lo que debemos aprovechar cada segundo que pasamos aquí”


Espero vuestro comentarios, tanto positivos como negativos a estas últimas entradas, también aprovecho para recordar, que lo escrito no es inamovible, y que puede cambiarse, cosa que pienso hacer cuando acabe el epílogo antes de colgarlo en su totalidad

sábado, 21 de septiembre de 2013

Octavo capítulo segunda parte

Me alegra ver que las entradas en el blog se han resarcido un poco  tras unos meses un poco bajos en cuanto a ellas se refiere. Bien yo tratare de darlo a conocer lo máximo posible, para que más gente pueda entrar en nuestro pequeño mundillo. Poco más que decir, tan solo desearos que disfrutéis con el fragmento de esta semana.

Hablaba Eragon, para el que no se acuerde:

-          La gente olvida deprisa, y aunque tus logros perduraran en la memoria de tus vasallos y en la de muchos de sus descendientes, llegará el momento, en el que sí, os olvidaran y pasareis a ser un interrogante en la historia. Pero eso nos llegará a todos, a Nasuada, a Roran –el rey chasqueó la lengua, demostrando que seguía sin llevarse bien con su primo- incluso a mí, nada dura para siempre, ni siquiera las estrellas, todos pasaremos a ser tan solo un nombre más a recordar en esos libros de historia, pero nunca nadie volverá a recordar nuestro sacrificio. A algunos la estancia en este mundo les dura más que a otros, pero nadie es capaz de ganar al tiempo, todos somos hormigas ante él. Lo que realmente importa es lo que decidimos hacer con el tiempo que se nos da aquí. Probablemente, si no hubiese sido tú uno de los que derrotaron a Galbatorix, hubiese sido otro, sin embargo fuiste tú y debes de estar orgulloso por ello. No malgastes tu tiempo pensando en esas cosas, porque antes de que la gente te olvide, tú serás polvo y ceniza al viento y entonces poco te importará ya, ¿no? –Eragon hizo una pausa en la que volvió a mirar a los ojos al viejo rey y después añadió- Sin embargo hay algo que te aflige aún más, ¿no es así? Realmente no te importa lo que pase después de la muerte aquí, sino lo que te pasará a ti durante ella y si realmente hay un más allá. ¿Verdad?
El rey le miró esta vez con verdadero asombro y de pronto comenzó a derramar cascadas de lágrimas a través de sus arrugadas mejillas. Estuvo un tiempo así hasta que de pronto estallo en una pequeña risa y dijo entre sollozos:
-          ¿No es curioso que sean los jóvenes los que dan consejos a los ancianos? –y después continuó mucho más calmado clavando su vista en el lejano horizonte- Has cambiado Eragon, ya no eres ese joven alocado que perseguía a los Ra’zac y que perseguía a sus maestros como un perrito faldero. Ahora piensas por ti mismo y ahora son los demás los que te persiguen pidiendo consejos. Eragon, tengo setenta años, no me queda mucho, tú eres ahora el más sabio y el que más cerca esta de la inmortalidad, dime, ¿realmente hay un más allá?

Eragon reflexionó sobre esa pregunta mucho tiempo, pensando en lo que debía de contarle a Orrin sin llegar a romper las reglas de la naturaleza, pues el miedo a la muerte es algo que pertenece a toda cosa viva y por tanto, quitarle a Orrin la única esperanza que le quedaba, podía trastornarle mucho, de modo que dio un rodeo:

Sigo escribiendo....

domingo, 15 de septiembre de 2013

Primera parte del octavo capítulo

Tras otras dos semanas sin nuevas publicaciones, vacaciones y campeonatos esta vez serán mi excusa. Pocas cosas tengo que contar, así que no me enrollo, ya que prometí fragmentos más largos, esta es la primera página del séptimo capítulo, el cuál creo que consta de tres.

8 Un regalo de dragones.
Al día siguiente se celebró una pequeña fiesta en honor al recién conocido aniversario de Murtagh y Nasuada a la cual solo estuvieron invitados Eragon, Saphira, Arya, Firnen, Espina, Roran y Katrina, la cual se había hecho muy amiga de Nasuada en sus repetidas visitas a la capital.
Aquella noche la luna cubría el cielo con su brillante luz de plata mientras Eragon paseaba  junto a Saphira por las calles de la ciudad. Eragon no podía evitar esbozar una sonrisa en su rostro por todo lo que había ocurrido en los últimos días. Pensaba en cómo sería recibida la noticia de que había vuelto, o eso era lo que le mostraba a Saphira, mientras que en lo que  realmente pensaba era en el regalo que le había dado aquel enorme dragón multicolor la noche anterior a su partida hacia Ilirea, aquel regalo era lo que más le preocupaba y podía hacer que perdiese todo lo que él conocía en un instante, pero la recompensa era muy grande. En eso era lo que pensaba Eragon cuando paso cerca de un pequeño jardín donde, en un banco lejano cercano a un almendro, se encontraba el anciano rey surdano. Eragon le pidió a Saphira que le esperase allí, porque tenía la sensación de que debía de hablar de Orrin. Lentamente, se fue acercando a él y finalmente se sentó a su derecha y se quedó contemplando las estrellas junto al rey. Este, que seguía concentrado en su estudio de la cúpula celeste, parecía no haberse enterado de nada cuando de pronto habló:
-          Vuestra llegada se recordara como uno de los hechos más grandes de la historia, tanto en Surda, como en cualquier parte de este mundo.
-          Podemos tutearnos Orrin, no es necesario que me habléis de usted.
-          Han sido años duros durante tu ausencia. –y mientras hablaba se le quebró la voz-  Han pasado muchas cosas.
-          ¿Cuáles?
El rey enseguida se levantó del banco, negando con la cabeza, como si se arrepintiese de haber dicho tal cosa. Anduvo un tiempo dando vueltas alrededor del jardín hasta que al final volvió a sentarse junto al jinete. En todo ese tiempo, Eragon observó al anciano rey y punto por punto fue uniendo las diferentes partes hasta que llegó a hacerse una idea aproximada de lo que le ocurría a Orrin. Después, con cuidado, posó lentamente su mano sobre la del anciano y le miró a los ojos. Allí no encontró ni rastro, de aquel Orrin fuerte, valiente y temerario de aquellos años de conquista , solo a un viejo derrotado por el cruel paso de los años. Y aunque ya sabía la respuesta preguntó:

-          ¿Qué miedo aflige tu corazón? –Orrin le miró con una cara de asombro y de incredulidad, como si no supiese de lo que hablaba, aún quedaba un reducto del honor que poseyó el rey, que finalmente terminó sucumbiendo ante la mirada amable y benévola de Eragon- ¿Sabes que realmente muchas cosas de las que vemos en el cielo son el pasado? Sí, lo es. Muchas de la estrellas que todavía brillan allí arriba ya no existen en realidad, lo que ocurre es que la luz que irradiaron aun nos llega, y aunque ya no estén nos siguen iluminando. ¿Me ocurrirá lo mismo a mí, Eragon? ¿Seguiré brillando como una estrella en el cielo tras mi muerte? ¿O pasaré a ser cenizas en el inmenso polvo de la memoria de mi pueblo? ¿Recordaran a aquel rey con su condenado genio que les llevó a la victoria ante el tirano, o me olvidarán y mi vida pasará a ser algo que no se sabe si realmente ocurrió?

Hasta l apróxima semana

martes, 27 de agosto de 2013

De vuelta; se acerca el final

Al fin, tras tanto tiempo he vuelto a casa desde donde me reincorporo al blog. Y viendo que ya sois tantos lo que pedís fragmentos más largos, considerando que el final se acerca (más tarde lo explico), acepto y los colgaré más largos, pero correis el riesgo de que tal vez el día que cuelgue por completo el epílogo (cuando lo acabe) os parezca poco a pesar de las 100 páginas que probablemente llegue a tener. Hoy por el tiempo que he estado fuera, colgaré lo que quedase del capítulo en el que estábamos, y todo el siguiente. Que conste también que los voy a hacer más largos, pero no colgaré un capítulo por semana, por el motivo que he mencionado antes.

Aclarado este quiero aclarar otros tres puntos, por otros comentarios que se han hecho  en el blog:
1- El epílogo aún no está acabado, cuando lo acabé lo colgaré lo antes posible.
2- El motivo por el que los "avances" saltan de un momento a otro de la historia, es porque no están de forma cronológica, sino que no son fragmentos separados que corresponden a momentos intensos de la historia.
3- Los otros fragmentos que no son avances (Capitulo x numero x) esos si que están de manera crónologica en la historia.

Y ahora esperando que todo haya quedado claro, os cuento mis progreso en el epílogo: El final está próximo, no creo que falte demasiado para que veáis la historia terminada, no sé si ya lo dije, pero el epílogo transcurre a lo largo de una semana y para que me comprendáis si tomamos el primer día como lunes, estoy en el sábado por la noche. Por supuesto el domingo, día en el que se resolverá todo será el más largo y en el que más tardaré en construir, pero aún así que sepáis que no falta demasiado.

Como he prometido, os dejo el final del sexto capítulo (¿Quién es el padre?), y todo el séptimo llamado Diálogos en la sombra, no es muy largo, pero no creo que os decepcione. 



Saphira y Firnen se tomaron su tiempo para responder a aquella pregunta. Entretanto, el dragón o dragona verde se llevó un par de aplausos al dar una patadita al aire y el rojo otros tantos cuando movió la cola, los otros no se movieron. Finalmente los dos dragones respondieron:
-          El rojo podría compararse con Espina, porque a mí –esto último solo lo dijo Saphira- y a Eragon, nos hacía sufrir por la situación en la que él se encontraba y siempre que nos enfrentábamos odiábamos tener que hacerle daño.
-          Para mí es un honor que uno de vuestros huevos sea del mismo color que yo, cuando nazca lo cuidaré a él y a todos como si fueran mis propios hijos. –dijo Espina-. ¿Y el dorado?
-          Y el dorado se corresponde con Glaedr, -Eragon recordó de pronto que llevaba muchísimo tiempo sin hablar con el anciano dragón de su antiguo maestro, porque le había dado su eldunari, junto con el de otros nueve dragones a Arya para que ayudasen a la reconstrucción de Alagaësia. Aunque le había costado mucho hacerlo, porque era con el que mejor se llevaba de todos los dragones, era el que hacía menos tiempo había abandonado Alagaësia- Él fue el que me enseño todos los secretos de los dragones y el que nos acompañó a Eragon y a mí a la isla de Vroengard. Quisiera darle las gracias por todo aunque creo que no está aquí presente y…
-          ¡Sí! Estoy aquí, Arya me trajo desde Du Wendervarden, me alegro de que pienses así Saphira, aunque yo solo hice lo que debía de hacer y lo que cualquier otro dragón hubiese hecho en mi lugar. Ya que yo he perdido mi cuerpo por culpa del que ahora es mi “hermano”, no puedo hacer su misma promesa, sin embargo os ayudaré en todo lo que necesitéis.-dijo Glaedr-.
-          Todos haremos lo que esté en nuestras manos para que los nuevos dragones crezcan sanos y fuertes –dijo Umaroth-.
-          Gracias, muchas gracias –dijeron a la vez Saphira, Firnen, Eragon y Arya que había salido de repente de su ensimismamiento.
De nuevo una oleada de aplausos interrumpió la conversación cuando el dragón azul movió su pequeña cabezada y cuando el dorado movió la cola de un lado a otro, como hacía Glaedr, confirmando su relación con el dragón. Entonces Eragon puso fin al hechizo y los huevos volvieron a su estado original.
-          ¡Eh, un momento! ¡Yo tengo una pregunta! –dijo Angela- Dijiste que nunca volverías, ¿por qué lo has hecho?- todo el mundo secundó aquella pregunta con un seco gruñido y de nuevo todas las miradas se posaron en Eragon-.
-          ¿Qué pasa? ¿Nos os alegra que haya vuelto? Si queréis me vuelvo a ir y …
-          ¡¡¡No!!! –le cortaron todos a la vez y después Garhvog añadió- Espada de Fuego, nosotros queremos saber cual es la razón de que hayas vuelto, porque cuando te fuiste estabas completamente de que no volverías y sin embargo estas aquí.
-          Lo sé, pero responderé a esa pregunta cuando llegue el momento.
Todos estallaron en protesta, algunos arremetieron contra Eragon y otros contra Murtagh para preguntarle si el conocía el motivo. El barullo continuó durante varios minutos en los cuales ni Eragon ni Murtagh abrieron la boca, Saphira y Firnen seguían cerca de sus huevos y hablando entre ellos. Finalmente Orik dio un golpe con Volund en el suelo, lo que hizo callar a todos, después dijo:
-          ¡Ya está bien! ¿No es evidente que no les vamos a sacar nada? Yo no soy el que da aquí las órdenes, pero estos jinetes llevan varias jornadas de viaje y necesitan descansar.
-          Tienes razón maestro enano. –respondió Nasuada, y después añadió dirigiéndose a Eragon- El castillo es grande, hay habitaciones para todos y cada uno de tus discípulos, sin embargo, los dragones deberán dormir en la plaza o aquí dentro.
-          Eso no será un problema.
-          En ese caso id a descansar, porque esta noche habrá un banquete al que estáis invitados Eragon, Murtagh, Saphira y Espina y espero que no faltéis –y después añadió dirigiéndose al resto de los jinetes- El resto podéis pasear por mi ciudad como os plazca, o descansad si os apetece.



















7 Diálogos en la sombra.
Dicho esto, todos se fueron a sus respectivas habitaciones y durmieron plácidamente o se quedaron reflexionando. Saphira y Firnen se fueron volando juntos acompañados por Espina con la excusa de que tenía que hablar con ellos. Brom y Jeod charlaron sobre los viejos tiempos, Eragon se quedó dando un paseo por las calles de Ilirea admirando los progresos que había tenido la ciudad  en su ausencia. Allá por donde iba podía observar trabajos de piedra de los enanos y obras de madera propias de los elfos, era evidente que las tres razas habían colaborado para devolver el antiguo esplendor que aquella ciudad había tenido antaño y en su opinión lo habían conseguido. Arya, en cambio, si que se fue a la habitación donde había dormido la noche anterior pensando en lo que había ocurrido desde que se había levantado aquella mañana.
Pero a la sombra del pabellón  donde todos se habían reunido de nuevo aquella mañana, tres personas selectas volvieron a juntarse por mutuo acuerdo. Angela, Roran y Orik conversaban sobre los hechos ocurridos cuando Elva se les unió:
-          Eragon ha cambiado –afirmó Roran- Tanto misterio no era común en él, por lo menos antes.
-          Yo creo que esconde algo. Algo que hace que sea mucho más poderoso de lo que creemos.-dijo el enano-.
-          Cuando le he mirado, he sabido que eso era verdad. –dijo Elva- Eragon ha conseguido un poder que no podemos ni imaginarnos. Pero no puedo saber más porque a pesar de que no es capaz de bloquear mi poder del todo si yo pongo todo mi empeño puedo leerle sus miedos, porque tiene miedo, miedo de lo que ese poder conlleva. Pero ese miedo es un miedo que conlleva una alegría y por tanto soy incapaz de leerlo.
-          ¿Creéis que nos dirá que es lo ocurre? –preguntó Orik-.
-          De nada sirve que hablemos sobre esto, pues hasta que él no lo diga no estaremos seguros, y apoyarnos en conjeturas tampoco servirá de nada –dijo la herbolaria- Por otro lado tampoco podemos presionarle para que cuente que es lo ocurre. Eragon ya no es el niño que era antes, su mente se ha endurecido con el paso de los años y ya no se le puede “manejar” como antes. Puedes presionar al melocotonero para que dé sus frutos, pero no por eso él los dará antes. Si tiene que contar su secreto, lo contará cuando llegue el momento, no antes. Mientras que si por desesperación talas el melocotonero, no los dará nunca.
-          ¿Elva crees que deberíamos hablar de esto a los demás? –preguntó Roran-.
-          Podríamos contárselo a Brom, Jeod y Garhvog porque Arya, Nasuada y Orrin no necesitan saberlo, pero creo que tampoco deberíamos contárselo a ellos, porque cuanto más sepan esto hay más posibilidades de que llegue a oídos de Eragon que conocemos que tiene un secreto. –respondió la anciana y después añadió- Que nosotros conozcamos su secreto podría perturbarle y volverle una persona frágil y desconfiada, porque de la forma que he interpretado sus emociones, creo que nadie más conoce esto, ni siquiera Saphira.
Después cada uno se fue por su lado y la tarde transcurrió tranquila, hasta la hora del banquete, donde todos volvieron a juntarse de nuevo. Arya lucía un bonito vestido verde que Eragon le gustó mucho. Nasuada vestía uno púrpura, cuando esta se cruzó con Murtagh a la entrada ambos se dirigieron una mirada que encerraba muchas cosas, que se esfumaron en el instante en que la luz del interior del pabellón les cegó. A Murtagh le costó un tiempo darse cuenta de que aquel pabellón era el mismo que en el que habían estado la mañana anterior.
Una mesa quedaba en el centro del edificio con espacio para los jinetes y para los otros nueve invitados alrededor, unas grandes bandejas habían sido depositadas en el suelo con varios ciervos encima de cada una. Había exactamente una bandeja para cada dragón. Muchas antorchas se apoyaban en las paredes, otras colgaban del techo y otras, en cambio estaban suspendidas en el aire. Cuando el banquete empezó, Orrin se sentó junto a otros jinetes en un intento por hacerse amistades. Garhvog, en cambio sorprendió a todos llevándose su plato junto a los dragones, dando muestra de un intento de enterrar las viejas diferencias entre las dos razas. Todos los demás se sentaron junto a Eragon, que presidía la mesa. Brom y Roran estaban sentados a su lado, Arya y Murtagh al lado de estos. Nasuada se sentó al lado de Murtagh y, aunque nadie los vio, permanecieron todo el banquete cogidos de la mano, Jeod se sentó al lado de Arya y Elva y Angela cerraron la comitiva. El banquete transcurrió con rapidez y sin ningún altercado excepto el de un joven dragón que se atraganto con un hueso de uno de los ciervos. Rápidamente, un jinete enano se levantó pidiendo disculpas y abandonó el banquete seguido de su dragón. Durante toda la noche no salió ningún tema interesante hasta que justo cuando el banquete llegaba a su fin, Arya formuló la pegunta que la llevaba carcomiendo todo el día:
-          ¿Me diréis ahora Nasuada, de quien es pues el anillo que lleváis puesto en la mano? Creo que soy la única, aparte de Eragon y Murtagh que desconoce la respuesta, y creo que a los tres nos gustaría conocerla. –Nasuada se rio un poco antes de responder- Es curioso Arya, porque precisamente Eragon y Murtagh son los únicos que conocen la respuesta.
-          ¿Por qué? –Nasuada le dirigió una mirada a Murtagh, que asintió con la cabeza antes de responder- Ocurrió hace veintinueve años, mañana serán treinta. Recibí un pequeño sobre con una nota y este anillo. –mientras lo decía alzo la mano y enseño el anillo a todos- La nota decía: Te espero en las montañas del desierto de Hadarac dentro de una semana. Murtagh. Si no fuese porque sabía lo que significaba el anillo probablemente no hubiese asistido a aquella cita. Pero en cambio, cogí un caballo y me fui al galope. Llegué precisamente al séptimo día de recibir la nota. Murtagh había recreado por completo la celda donde estuve en Urû’baen y sorprendiéndome a mí misma me alegré de volver allí. Después vi a Eragon y le supliqué que volviera, pero él no accedió. Luego Eragon nos casó y tuvimos una pequeña fiesta. Después Espina nos llevó por muchos lugares y descubrí sitios hermosos fuera de Alagaësia. Fue un mes que nunca olvidaré, pero como todo llegó a su fin. Cuando volví del viaje fue como despertar de un sueño, pero tengo la prueba de que no lo fue aquí en mi mano. –y volvió a enseñar su mano derecha- bueno, y eso es todo. Murtagh y yo nos casamos hace ya casi treinta años y hoy nos hemos vuelto a ver de nuevo.
De pronto, el pabellón entero, que había permanecido en silencio durante todo el relato, prorrumpió en aplausos y felicitaciones. Todos los dragones dieron un rugido en coro, Murtagh se llevó muchas palmadas en la espalda y Nasuada muchos abrazos. Enseguida la fiesta comenzó de nuevo y el banquete se prolongó un par de horas más, y todos disfrutaron de una tarta de boda que Arya hizo aparecer de la nada. Entretanto, Angela hizo una afirmación que hizo callar de nuevo a todo el pabellón
-          Pero, Nasuada –dijo Angela mientras se atragantaba con un trozo de tarta- La muerte te alcanzará tarde o temprano y cuando esto ocurra Murtagh se sumirá en la pena. ¿Habéis pensado en eso?
-          Sí, Murtagh encontró en un libro de la biblioteca de Galbatorix un hechizo capaz de rejuvenecer el cuerpo sin tener que hacer lo mismo con la mente. Cuando mi momento se acerqué, Murtagh realizará el hechizo y entonces abdicaré del trono y cederé el trono a un sucesor. –se levantó y se acercó a Eragon, al cual  le susurró al oído- estaba pensando en Roran y si el entonces ya ha sucumbido, será Ismira la que herede el trono. ¿Estás de acuerdo?
-          Lo estoy.
-          Pido por favor, que este hecho no se divulgué, pues es una clara ruptura de todas nuestras leyes éticas respecto al resto de los mortales.
Cuando el banquete finalizó, y Arya salió del pabellón y se quedó un rato sentada en un banco aguardando a la salida de Eragon, con la esperanza de que los sentimientos que él tenía o había tenido por ella le hicieran sucumbir a sus peticiones de que narrara algo de lo que le había ocurrido durante los últimos años. Pero cuando Eragon al final abandonó el banquete acompañado de Saphira, lo hizo a toda carrera. Arya entonces le persiguió por un par de calles hasta que Eragon se dio cuenta de su presencia y le dijo rápidamente “No es el momento” y volvió a salir a toda velocidad perdiéndose entre las calles dejando a Arya plantada como una estaca. Después la elfa volvió hacia su habitación y se quedó pensando acerca del motivo por el que Eragon se había negado a relatarles lo que le había ocurrido.


Siento el largo periodo de inactivad. Estos fragmentos están ya en la página de Epílogo de Legado, para quien quiera ir deduciendo el camino que va tomando el epílogo.

Hasta la próxima

lunes, 1 de julio de 2013

6º capítulo nº7

A ver, para empezar quería dirigirme directamente a Shalahliam y de una manera menos directa a todos aquellos, que, sin entender por qué, se empeñan en criticar no de manera constructiva (como hizo Anónimo pidiendo que los fragmentos que colgase fueran más largos, cosa que recapacite y a la que accedí) sino ofensiva algo que yo hago con buena voluntad ya que nadie me esta pagando por hacer esto, y directamente a to Shalahliam, respecto a tu comentario: Mi idea no es ir colgando parrafo a párrafo hasta que acabe la historia, lo que voy a hacer es que, en el momento en que yo finalize y revise la historia, la colgaré entera de inmediato, los avances es una manera de "engancharos" al blog. Además llegado el veranoy finalizadas las clases podré escribir más a menudo, sin tantos compromisos, por lo que creo y espero que esta vez si pueda tener el epílogo terminado durante el verano.

Bueno y ahora lo mismo que todas las semanas:

Todos se habían callado y se habían quedado observando a lo lejos el dialogo de padre e hijo, ni siquiera Arya con su agudo oído había alcanzado a escuchar una palabra de la conversación. Eragon se acercó lentamente hacia los dos dragones y con precaución extendió la mano hacia los huevos, estos salieron de su mundo propio y preguntaron a la vez “Eragon, ¿Qué te propones?” preocupados por la manera en la que estaba actuando  y este le respondió –Tranquilos. Lo hizo de tal manera que los dos dragones se fueran capaces de relajarse. Entonces lentamente, pronunció aquellas siete palabras de poder que había escuchado por primera vez en aquella cueva cuando Brom y el huían de Dras-Leona.

El resultado no se hizo esperar. Entretanto, todos los presentes se habían arremolinado en corro alrededor de Eragon y observaban con asombro como las cascaras de los huevos perdían su color poco a poco. De nuevo Saphira le preguntó preocupada a Eragon que sucedía y este volvió a tranquilizarla con sus palabras “Tranquila, te prometo que no les va a pasar nada, volverán a su estado original. Llegado este punto, los huevos habían perdido por completo su color y ahora se presentaban completamente blancos, Eragon observó con gracia el efecto que estaba causando el efecto en los presentes, todos tenían los ojos y la boca completamente abiertos.

Entonces, el color blanco perdió la fuerza y poco a poco empezó a clarear y a hacerse transparente. El hechizo que Eragon estaba usando requería muy poca energía de modo que podía mantenerlo durante muchos minutos. Y entonces, todos soltaron una exclamación de asombro, cuanto más transparente se hacían los huevos, pequeñas sombras podían distinguirse dentro de ellos, las sombras se tornaron en figuras, estas sin embargo conservaban el color. Y las figuras, poco a poco fueron dando paso a unos diminutos dragones, uno azul, uno rojo, uno verde y otro dorado. Una poderosa voz se alzó desde donde estaban los jinetes y dijo:
“Queremos felicitaros, Saphira y Firnen, pues sois la primera pareja de dragones que se aparea en cientos de años, todas nuestras bendiciones están puestas en vuestros huevos. También queremos agradecer a los elfos que hayan devuelto la vida a Brom, aunque aún no entendemos cómo. Y ahora nos dirigimos a Eragon y a Brom  exclusivamente, lo que acabáis de hacer es probablemente uno de los hechizos más bellos que se hayan visto sobre esta tierra, felicidades. – Eragon dio una seca cabezada de agradecimiento-Y ahora queremos preguntaros Saphira y Firnen. Puede que no lo sepáis, pero el color de los huevos representa a otros dragones que han sido importantes o influyentes en la vida de sus padres, así que normalmente los son del mismo color que sus padres.  Sin embargo, dos de los vuestros no son de color verde ni azul, sino rojo y dorado, realmente es un hecho probablemente inaudito. Quisiéramos saber, cuáles han sido esos otros dos dragones tan influyentes para vosotros.


Nota: Vuelve a estar actualizada TODAS las partes en la página del blog en Epílogo de Legado por si alguien tiene alguna duda o se ha olvidado de algo.

Hasta la semana que viene

viernes, 21 de junio de 2013

¡¡¡10.000 visitas!!!

Pido perdon por mi larga ausencia, ya que mi ultima entrada se remonta al mes anterior, pero entre competiciones, examenes de fin de curso, competiciones y más exámenes de fin de curso, me ha sido completamente imposible.

En este periodo de tiempo este blog ha llegado a las 10.000 visitas, por lo que, al igual que hice con la vez que llegamos a las 5.000, voy a colgar un avance nuevo con motivo de esta cifra, además del normal que continúa con el curso de la historia.

Espero que esas 10000 se conviertan pronto en muchas más ya que en verano es cuando más visitas tuvo el blog el año pasado, por cierto FELIZ VERANO a los estudiantes como yo y ánimo a los que todavía les que de un poquito.

Pues dicho esto, continuamos con el epílogo:

.... Ahora tengo un problema y es que no se por donde ibamos....

Vale, vale ya lo he encontrado XD. Anda!! Si estabamos en un momento bastante intenso


-          ¿Pero porque no me lo contaste?

-          No seas egoísta, yo llevo treinta y cinco años sin ver a Saphira, y podían haber pasado muchas cosas desde aquello…, los huevos podían haber muerto, yo no he sabido nada de ellos desde entonces y no quería darte esperanzas falsas. Aun así, eso es un asunto mío y de Saphira, no tienes por qué entrometerte.

-          ¿Eragon lo sabía?

-          Eso debes preguntárselo a él.

Firnen volvió a despegar y se unió a Saphira, que se había deslizado hacía sus preciados huevos que ahora estaban entre sus poderosas patas. Brom se acercó lentamente hacia los dragones y examinó con precaución los huevos, después llamó a Eragon. – Hijo, olvídate por un momento de ese atolladero de política en el que te estas metiendo y ven aquí a ayudar a tu anciano padre –Eragon se sonrojó ante aquella afirmación, porque en verdad estaba rodeado de cada uno de los representantes de los países de Alagaësia. Cuando Eragon estuvo lo suficientemente cerca de su padre, este le dijo con un susurro- ¿Recuerdas aquellas palabras que te dije antes de “morir”?

-          Sí, ahora conozco su significado, pero no les he encontrado utilidad –Después observo la situación en que se encontraban y los ojos se le iluminaron, después añadió con otro susurro- Hasta ahora.

-          Es el momento –dijo Brom-.
Lo es.


Corto pero no creo que os hayis quedado cortos con él ¿verdad? Y espero que esto os hara esperar con mucha impaciencia el fragmento de la semana que viene.

Bien ahora, como os he prometido antes, un avance especial celbrando las 10000 visitas


La elfa se recostó en el otro lado de la cama apoyada en la cabecera, e hizo como que brindaba con él, a pesar de que Eragon no hizo ademán de corresponderla, pero no por eso dejo de acompañarla con una sonrisa siempre en los labios mientras el aguamiel desaparecía veloz de las copas. Tras aquella primera copa vino una segunda, y después una tercera y una cuarta, y una segunda botella y otra más… hasta que Eragon perdió la cuenta del tiempo que llevaba allí, de cuanto había bebido y de cuantas veces había mirado a la elfa aquella noche.

Cuando se acabó el aguamiel, comenzaron las risas, y más tarde los cantos y los bailes, el tiempo no fue ni lento ni acelerado, era tal y como debía ser y tal y como ellos deseaban, dándoles exactamente el que los correspondía. Bailaron juntos hasta que las piernas le flaquearon y cayeron rendidos de nuevo sobre la cama, uno sobre otro. De manera forzosa consiguieron volver a quedarse sentados tal y como lo habían estado en un principio. Se quedaron mirando en la profundidad de la noche, y como un súbito y acelerado chispazo fugaz, Arya supo lo que hacer, cerró los ojos y lentamente inclino sus labios sobre los del jinete buscando el beso que la liberara de la incertidumbre que la había perseguido durante los últimos años.
Cuando volvió a abrir los ojos, la puerta estaba abierta y Eragon ya no estaba allí. Los primeros rayos de luz entraban por la ventana, mientras el fantasma de aquella mágica noche se desvanecía entre las frías paredes del castillo

Decir que esto esta en la pag 71 y que os queda bastante para comprender el por qué de esta situacion, aun así estare interesado en ver que poinas mediante comentarios.

Hasta la semana que viene, (o eso espero :) )