Aclarado este quiero aclarar otros tres puntos, por otros comentarios que se han hecho en el blog:
1- El epílogo aún no está acabado, cuando lo acabé lo colgaré lo antes posible.
2- El motivo por el que los "avances" saltan de un momento a otro de la historia, es porque no están de forma cronológica, sino que no son fragmentos separados que corresponden a momentos intensos de la historia.
3- Los otros fragmentos que no son avances (Capitulo x numero x) esos si que están de manera crónologica en la historia.
Y ahora esperando que todo haya quedado claro, os cuento mis progreso en el epílogo: El final está próximo, no creo que falte demasiado para que veáis la historia terminada, no sé si ya lo dije, pero el epílogo transcurre a lo largo de una semana y para que me comprendáis si tomamos el primer día como lunes, estoy en el sábado por la noche. Por supuesto el domingo, día en el que se resolverá todo será el más largo y en el que más tardaré en construir, pero aún así que sepáis que no falta demasiado.
Como he prometido, os dejo el final del sexto capítulo (¿Quién es el padre?), y todo el séptimo llamado Diálogos en la sombra, no es muy largo, pero no creo que os decepcione.
Saphira y Firnen
se tomaron su tiempo para responder a aquella pregunta. Entretanto, el dragón o
dragona verde se llevó un par de aplausos al dar una patadita al aire y el rojo
otros tantos cuando movió la cola, los otros no se movieron. Finalmente los dos
dragones respondieron:
-
El rojo podría
compararse con Espina, porque a mí –esto último solo lo dijo Saphira- y a Eragon, nos hacía sufrir por la
situación en la que él se encontraba y siempre que nos enfrentábamos odiábamos
tener que hacerle daño.
-
Para mí es un
honor que uno de vuestros huevos sea del mismo color que yo, cuando nazca lo
cuidaré a él y a todos como si fueran mis propios hijos. –dijo Espina-. ¿Y el dorado?
-
Y el dorado se
corresponde con Glaedr, -Eragon recordó de pronto que llevaba muchísimo
tiempo sin hablar con el anciano dragón de su antiguo maestro, porque le había
dado su eldunari, junto con el de otros nueve dragones a Arya para que ayudasen
a la reconstrucción de Alagaësia. Aunque le había costado mucho hacerlo, porque
era con el que mejor se llevaba de todos los dragones, era el que hacía menos
tiempo había abandonado Alagaësia- Él fue
el que me enseño todos los secretos de los dragones y el que nos acompañó a
Eragon y a mí a la isla de Vroengard. Quisiera darle las gracias por todo aunque
creo que no está aquí presente y…
-
¡Sí! Estoy aquí,
Arya me trajo desde Du Wendervarden, me alegro de que pienses así Saphira,
aunque yo solo hice lo que debía de hacer y lo que cualquier otro dragón
hubiese hecho en mi lugar. Ya que yo he perdido mi cuerpo por culpa del que
ahora es mi “hermano”, no puedo hacer su misma promesa, sin embargo os ayudaré
en todo lo que necesitéis.-dijo Glaedr-.
-
Todos haremos lo
que esté en nuestras manos para que los nuevos dragones crezcan sanos y fuertes
–dijo
Umaroth-.
-
Gracias, muchas
gracias –dijeron
a la vez Saphira, Firnen, Eragon y Arya que había salido de repente de su
ensimismamiento.
De nuevo una
oleada de aplausos interrumpió la conversación cuando el dragón azul movió su
pequeña cabezada y cuando el dorado movió la cola de un lado a otro, como hacía
Glaedr, confirmando su relación con el dragón. Entonces Eragon puso fin al
hechizo y los huevos volvieron a su estado original.
-
¡Eh,
un momento! ¡Yo tengo una pregunta! –dijo Angela- Dijiste que nunca volverías,
¿por qué lo has hecho?- todo el mundo secundó aquella pregunta con un seco
gruñido y de nuevo todas las miradas se posaron en Eragon-.
-
¿Qué
pasa? ¿Nos os alegra que haya vuelto? Si queréis me vuelvo a ir y …
-
¡¡¡No!!!
–le cortaron todos a la vez y después Garhvog añadió- Espada de Fuego, nosotros
queremos saber cual es la razón de que hayas vuelto, porque cuando te fuiste
estabas completamente de que no volverías y sin embargo estas aquí.
-
Lo
sé, pero responderé a esa pregunta cuando llegue el momento.
Todos estallaron
en protesta, algunos arremetieron contra Eragon y otros contra Murtagh para
preguntarle si el conocía el motivo. El barullo continuó durante varios minutos
en los cuales ni Eragon ni Murtagh abrieron la boca, Saphira y Firnen seguían
cerca de sus huevos y hablando entre ellos. Finalmente Orik dio un golpe con Volund en el suelo, lo que hizo callar a
todos, después dijo:
-
¡Ya
está bien! ¿No es evidente que no les vamos a sacar nada? Yo no soy el que da
aquí las órdenes, pero estos jinetes llevan varias jornadas de viaje y
necesitan descansar.
-
Tienes
razón maestro enano. –respondió Nasuada, y después añadió dirigiéndose a
Eragon- El castillo es grande, hay habitaciones para todos y cada uno de tus
discípulos, sin embargo, los dragones deberán dormir en la plaza o aquí dentro.
-
Eso
no será un problema.
-
En
ese caso id a descansar, porque esta noche habrá un banquete al que estáis
invitados Eragon, Murtagh, Saphira y Espina y espero que no faltéis –y después
añadió dirigiéndose al resto de los jinetes- El resto podéis pasear por mi
ciudad como os plazca, o descansad si os apetece.
7 Diálogos en la
sombra.
Dicho esto, todos
se fueron a sus respectivas habitaciones y durmieron plácidamente o se quedaron
reflexionando. Saphira y Firnen se fueron volando juntos acompañados por Espina
con la excusa de que tenía que hablar con ellos. Brom y Jeod charlaron sobre
los viejos tiempos, Eragon se quedó dando un paseo por las calles de Ilirea
admirando los progresos que había tenido la ciudad en su ausencia. Allá por donde iba podía
observar trabajos de piedra de los enanos y obras de madera propias de los
elfos, era evidente que las tres razas habían colaborado para devolver el
antiguo esplendor que aquella ciudad había tenido antaño y en su opinión lo
habían conseguido. Arya, en cambio, si que se fue a la habitación donde había
dormido la noche anterior pensando en lo que había ocurrido desde que se había
levantado aquella mañana.
Pero a la sombra
del pabellón donde todos se habían
reunido de nuevo aquella mañana, tres personas selectas volvieron a juntarse
por mutuo acuerdo. Angela, Roran y Orik conversaban sobre los hechos ocurridos
cuando Elva se les unió:
-
Eragon
ha cambiado –afirmó Roran- Tanto misterio no era común en él, por lo menos
antes.
-
Yo
creo que esconde algo. Algo que hace que sea mucho más poderoso de lo que
creemos.-dijo el enano-.
-
Cuando
le he mirado, he sabido que eso era verdad. –dijo Elva- Eragon ha conseguido un
poder que no podemos ni imaginarnos. Pero no puedo saber más porque a pesar de
que no es capaz de bloquear mi poder del todo si yo pongo todo mi empeño puedo
leerle sus miedos, porque tiene miedo, miedo de lo que ese poder conlleva. Pero
ese miedo es un miedo que conlleva una alegría y por tanto soy incapaz de
leerlo.
-
¿Creéis
que nos dirá que es lo ocurre? –preguntó Orik-.
-
De
nada sirve que hablemos sobre esto, pues hasta que él no lo diga no estaremos
seguros, y apoyarnos en conjeturas tampoco servirá de nada –dijo la herbolaria-
Por otro lado tampoco podemos presionarle para que cuente que es lo ocurre.
Eragon ya no es el niño que era antes, su mente se ha endurecido con el paso de
los años y ya no se le puede “manejar” como antes. Puedes presionar al
melocotonero para que dé sus frutos, pero no por eso él los dará antes. Si
tiene que contar su secreto, lo contará cuando llegue el momento, no antes.
Mientras que si por desesperación talas el melocotonero, no los dará nunca.
-
¿Elva
crees que deberíamos hablar de esto a los demás? –preguntó Roran-.
-
Podríamos
contárselo a Brom, Jeod y Garhvog porque Arya, Nasuada y Orrin no necesitan
saberlo, pero creo que tampoco deberíamos contárselo a ellos, porque cuanto más
sepan esto hay más posibilidades de que llegue a oídos de Eragon que conocemos
que tiene un secreto. –respondió la anciana y después añadió- Que nosotros
conozcamos su secreto podría perturbarle y volverle una persona frágil y
desconfiada, porque de la forma que he interpretado sus emociones, creo que
nadie más conoce esto, ni siquiera Saphira.
Después cada uno
se fue por su lado y la tarde transcurrió tranquila, hasta la hora del
banquete, donde todos volvieron a juntarse de nuevo. Arya lucía un bonito
vestido verde que Eragon le gustó mucho. Nasuada vestía uno púrpura, cuando
esta se cruzó con Murtagh a la entrada ambos se dirigieron una mirada que
encerraba muchas cosas, que se esfumaron en el instante en que la luz del
interior del pabellón les cegó. A Murtagh le costó un tiempo darse cuenta de
que aquel pabellón era el mismo que en el que habían estado la mañana anterior.
Una mesa quedaba
en el centro del edificio con espacio para los jinetes y para los otros nueve
invitados alrededor, unas grandes bandejas habían sido depositadas en el suelo
con varios ciervos encima de cada una. Había exactamente una bandeja para cada
dragón. Muchas antorchas se apoyaban en las paredes, otras colgaban del techo y
otras, en cambio estaban suspendidas en el aire. Cuando el banquete empezó,
Orrin se sentó junto a otros jinetes en un intento por hacerse amistades.
Garhvog, en cambio sorprendió a todos llevándose su plato junto a los dragones,
dando muestra de un intento de enterrar las viejas diferencias entre las dos razas.
Todos los demás se sentaron junto a Eragon, que presidía la mesa. Brom y Roran
estaban sentados a su lado, Arya y Murtagh al lado de estos. Nasuada se sentó
al lado de Murtagh y, aunque nadie los vio, permanecieron todo el banquete
cogidos de la mano, Jeod se sentó al lado de Arya y Elva y Angela cerraron la
comitiva. El banquete transcurrió con rapidez y sin ningún altercado excepto el
de un joven dragón que se atraganto con un hueso de uno de los ciervos.
Rápidamente, un jinete enano se levantó pidiendo disculpas y abandonó el
banquete seguido de su dragón. Durante toda la noche no salió ningún tema
interesante hasta que justo cuando el banquete llegaba a su fin, Arya formuló
la pegunta que la llevaba carcomiendo todo el día:
-
¿Me
diréis ahora Nasuada, de quien es pues el anillo que lleváis puesto en la mano?
Creo que soy la única, aparte de Eragon y Murtagh que desconoce la respuesta, y
creo que a los tres nos gustaría conocerla. –Nasuada se rio un poco antes de
responder- Es curioso Arya, porque precisamente Eragon y Murtagh son los únicos
que conocen la respuesta.
-
¿Por
qué? –Nasuada le dirigió una mirada a Murtagh, que asintió con la cabeza antes
de responder- Ocurrió hace veintinueve años, mañana serán treinta. Recibí un
pequeño sobre con una nota y este anillo. –mientras lo decía alzo la mano y
enseño el anillo a todos- La nota decía: Te
espero en las montañas del desierto de Hadarac dentro de una semana. Murtagh. Si
no fuese porque sabía lo que significaba el anillo probablemente no hubiese
asistido a aquella cita. Pero en cambio, cogí un caballo y me fui al galope.
Llegué precisamente al séptimo día de recibir la nota. Murtagh había recreado
por completo la celda donde estuve en Urû’baen y sorprendiéndome a mí misma me
alegré de volver allí. Después vi a Eragon y le supliqué que volviera, pero él
no accedió. Luego Eragon nos casó y tuvimos una pequeña fiesta. Después Espina
nos llevó por muchos lugares y descubrí sitios hermosos fuera de Alagaësia. Fue
un mes que nunca olvidaré, pero como todo llegó a su fin. Cuando volví del
viaje fue como despertar de un sueño, pero tengo la prueba de que no lo fue
aquí en mi mano. –y volvió a enseñar su mano derecha- bueno, y eso es todo.
Murtagh y yo nos casamos hace ya casi treinta años y hoy nos hemos vuelto a ver
de nuevo.
De pronto, el
pabellón entero, que había permanecido en silencio durante todo el relato,
prorrumpió en aplausos y felicitaciones. Todos los dragones dieron un rugido en
coro, Murtagh se llevó muchas palmadas en la espalda y Nasuada muchos abrazos.
Enseguida la fiesta comenzó de nuevo y el banquete se prolongó un par de horas
más, y todos disfrutaron de una tarta de boda que Arya hizo aparecer de la nada.
Entretanto, Angela hizo una afirmación que hizo callar de nuevo a todo el
pabellón
-
Pero,
Nasuada –dijo Angela mientras se atragantaba con un trozo de tarta- La muerte
te alcanzará tarde o temprano y cuando esto ocurra Murtagh se sumirá en la
pena. ¿Habéis pensado en eso?
-
Sí,
Murtagh encontró en un libro de la biblioteca de Galbatorix un hechizo capaz de
rejuvenecer el cuerpo sin tener que hacer lo mismo con la mente. Cuando mi
momento se acerqué, Murtagh realizará el hechizo y entonces abdicaré del trono
y cederé el trono a un sucesor. –se levantó y se acercó a Eragon, al cual le susurró al oído- estaba pensando en Roran y
si el entonces ya ha sucumbido, será Ismira la que herede el trono. ¿Estás de
acuerdo?
-
Lo
estoy.
-
Pido
por favor, que este hecho no se divulgué, pues es una clara ruptura de todas
nuestras leyes éticas respecto al resto de los mortales.
Cuando el
banquete finalizó, y Arya salió del pabellón y se quedó un rato sentada en un
banco aguardando a la salida de Eragon, con la esperanza de que los
sentimientos que él tenía o había tenido por ella le hicieran sucumbir a sus
peticiones de que narrara algo de lo que le había ocurrido durante los últimos años.
Pero cuando Eragon al final abandonó el banquete acompañado de Saphira, lo hizo
a toda carrera. Arya entonces le persiguió por un par de calles hasta que
Eragon se dio cuenta de su presencia y le dijo rápidamente “No es el momento” y
volvió a salir a toda velocidad perdiéndose entre las calles dejando a Arya
plantada como una estaca. Después la elfa volvió hacia su habitación y se quedó
pensando acerca del motivo por el que Eragon se había negado a relatarles lo
que le había ocurrido.
Siento el largo periodo de inactivad. Estos fragmentos están ya en la página de Epílogo de Legado, para quien quiera ir deduciendo el camino que va tomando el epílogo.
Hasta la próxima
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