domingo, 20 de octubre de 2013

9º capitulo

Digamos, que este es mi propio toque a la novela por decirlo así, siguiendo los pasos de Ruiz-Zafón que es incapaz de no meter una partida de ajedrez en cada una de sus novelas, como voy a ser yo aquel que no lo haga ¿no?

9 Viejas cuentas pendientes.
Eragon se despertó jadeando, la camisa se le había pegado al pecho y un viento frío que provenía del oeste le hacía tiritar de frío. El sol aún no había salido por el horizonte, pero los primeros rayos de la mañana se adivinaban por el ligero toque granate que empezaban a adquirir los cielos del este.
El jinete recordó las últimas palabras que Saphira le había dicho el día anterior y fue a buscar a Jeod en el palacio de Nasuada. Le encontró en uno de los jardines de este, jugando con un joven  soldado a un juego que el desconocía pero advirtió que el tablero de juego se dividía en sesenta y cuatro  casillas blancas y negras que se sucedían entre ellas de manera que cada casilla blanca tenía cuatro negras a su alrededor y cada negra cuatro blancas. Eragon se quedó observando a los dos jugadores durante mucho tiempo, ambos estaban concentrados en el juego que ninguno parecía advertir su presencia, así que se los quedó observando intentando descifrar los enigmas del juego. Advirtió que había dieciséis piezas de cada color, blancas y negras, y que de esas dieciséis ocho eran iguales, además había otras seis que eran iguales dos a dos, dejando dos parecidas pero no iguales en el centro de la fila más cercana de cada jugador, y que cada una de ellas tenía una forma especial de moverse.
Finalmente, cuando muchas piezas se quedaron fuera del tablero a Jeod se le iluminó la cara y moviendo una pieza que imitaba la forma de un caballo dijo “Bueno, esto es jaque mate” Fue entonces cuando este se percató de la presencia del jinete y después de dar las gracias al soldado y haberle pedido que regresara a su puesto se dirigió a él.
-          ¿Sabes jugar?-dijo señalando al tablero. Eragon negó con la cabeza. Jeod añadió haciendo un ademán invitándole a sentarse con él en el banco: ¿Tienes tiempo?

Eragon dirigió su mirada de nuevo hacia el horizonte y pensó que tenía tiempo suficiente hasta que Saphira los reclamase así que sonriendo a Jeod  se sentó con él y este le enseño a jugar.

domingo, 13 de octubre de 2013

Ultima parte del octavo capítulo

En serio que gusto da ver las 75 visitas del miércoles pasado y que no bajan de 20 diarias. bueno tratare de no romper la buena racha hablando de ello. Me limitare a continuar con el epílogo, asi que aqui os dejo la ultima parte del octavo capítulo, el finde que viene: 9 Viejas cuentas pendientes, aunque podia ser una parte de este capitulo que acabamos.

-          Si te lo dijese, no sería una sorpresa, ¿no? Pero te daré una pista, tienes que traer a Jeod, aún tienes una vieja cuenta pendiente con él.
Por primera vez desde que empezó la conversación, prestó algo de atención, pero cuando Saphira se negó a darle una nueva pista, se resignó a hacer lo único que podía en aquel momento, echarse a dormir. Ya queno tenía sueño, empezó a darle vueltas a la sensación que le había abordado cuando miró por primera vez a sus antiguos compañeros. Aunque pensó que estaba preparado, le resultó tremendamente extraño ver que mientras que Arya, Garhvog, Orik y Ángela conservaban prácticamente iguales sus rostros, largas cabelleras de colores de plata y nieve cubrían los rostros de Roran, Nasuada, Jeod, Orrin y Elva. En cambio lo que más le sorprendía y lo que no le había abandonado era la misteriosa resurrección de Brom. No es que tuviese un mal presentimiento sobre ello, ni que no le gustase que su padre hubiese recuperado la vida, pero todas las leyes mágicas decían que no se podía devolver la vida a los muertos.
Finalmente, tras convencerse de que no iba a sacar nada en claro él solo, abandonó ese pensamiento y otro lo abordó de nuevo. Asegurándose de que Saphira estaba profundamente dormida, abrió la bolsa y puso el regalo que el dragón multicolor le había dado en el suelo. El objeto estaba frío y duro, pero era hermoso y las palabras del dragón se introdujeron de nuevo en su mente: “Aquí te entrego Eragon, Asesino de Sombra el objeto más preciado de nuestra raza. Ya eres poderoso, pero con él serás invencible. Sin embargo, para obtenerlo debes renunciar a todo ¿entiendes?” Entonces el dragón deslizo la mirada hacia una de las partes de su cuerpo, Eragon no necesitaba levantar la vista para saber que estaba saber que estaba mirando el dragón. “Espero tu respuesta la próxima luna llena, ten en cuenta lo que puedes ganar y perder. Espero tu respuesta.” Después el dragón se deshizo en los cerca de cuarenta dragones de diferentes colores que lo habían formado. Lentamente guardo de nuevo el poderoso objeto en la bolsa con cuidado, aunque estaba seguro de que no iba a romperse fácilmente. Al final, utilizando los ejercicios de relajación que Oromis le había enseñado, consiguió dormirse con el doloroso recuerdo de aquellos dos jóvenes jinetes besándose.

Durante la noche Eragon soñó con  Arya. Se veía a él mismo entre la niebla, persiguiendo la lejana silueta de la elfa. Él la llamaba, pero esta no le respondía y seguía caminando. Cuanto más avanzaban más espesa se hacía la niebla y más le costaba seguirla hasta que finalmente la perdió. Entonces el gritó su nombre pero ella no acudió, cuando, de pronto, entre la niebla, unos grandes ojos amarillos le indicaron que los siguiera. A Eragon, aquellos ojos no le caían demasiado bien, pero sentía que podía descubrir algo importante. Finalmente, los ojos le guiaron ante una escena en la que Eragon no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar. En medio de la niebla, dos figuras se besaban, una era Arya y la otra Eragon supuso que era Faölin. Entonces los ojos descubrían un cuerpo completo, un lobo que saltaba y le devoraba las entrañas ante sus gritos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Octava capítulo Cuarta parte

Hoy tengo pocas cosas que contar, así que me limitare tan solo a dejaros el fragmento semanal.

Cuando acabo de hablar, Eragon volvió a dejar vagar su mirada en el infinito. Era la primera vez que daba un consejo de tales magnitudes, y sin embargo no se sentía extrañado ni preocupado, sabía que había hecho lo correcto, y aunque Orrin ahora pensase que le había destrozado, pronto entendería que había hecho lo mejor para él. “He cambiado tanto, antes me costaba mucho hablar con alguien sobre algo medianamente serio y ahora voy yendo por ahí dando consejos sobre la vida y la muerte” pensó el jinete mientras se reía para sus adentros. Permaneció un tiempo  sentado junto al anciano rey surdano, nunca supo cuánto tiempo fue a ciencia cierta, solo que, cuando lo consideró oportuno se despidió del rey y fue al encuentro de la dragona. Pero cuando apenas le quedaban un par de pasos para salir del jardín escuchó una voz a sus espaldas:
-          Eragon…Gracias, de ahora en adelante estoy en deuda contigo. Nuestras viejas diferencias quedan para mí enterradas con lo que me has dicho hoy. Gracias.
Y entonces el rey se levantó y se fue a su habitación. Eragon llegó de nuevo junto a Saphira que le preguntó por lo que había ocurrido y él se lo contó todo. Luego, sobrevolaron  Ilirea hasta aterrizar  de nuevo en la gran plaza. Allí estaban la mayoría de los jinetes y dragones, entre ellos Murtagh y Espina que parecían profundamente dormidos. Eragon encontró un hueco cerca de ellos y él y Saphira se instalaron lo mejor que pudieron. A lo lejos, este, advirtió a dos jóvenes jinetes sentados en un pequeño banco de piedra, y de pronto ambos se fundieron en un largo beso. Eragon no pudo reprimir un rápido gemido de dolor, mientras que un puñal invisible le atravesaba el corazón, esto a Saphira no se le pasó por alto. Para aligerar su carga intento consolarlo:
-          Todo ha cambiado desde entonces, ahora tienes una nueva oportunidad.-dijo la dragona-.
-          En eso te equivocas, yo he cambiado, pero ella no lo sabemos. ¿A lo mejor lo ha hecho, pero para peor? –este último comentario en el que Eragon no había pensado realmente en serio, lo asaltó con una fuerza que bien estuvo a punto de derrumbarlo. Saphira viendo que la conversación no iba por donde ella pretendía, cambió radicalmente de tema y dijo- Te tengo preparada una sorpresa para mañana.
Eragon que solo prestaba atención a sus propios pensamientos, tardó un rato en responder y cuando lo hizo, fue sin ganas.

-          ¿Cuál?