Era ya de noche cuando Eragon divisó
Vroengard, y agradeció advertir que aún quedaban algunas luces encendidas, pero
que se iban apagando rápidamente. Cuando llegó a la muralla exterior apenas una
docena de luces seguían encendidas, pronto partirían, entonces Eragon aceleró
aún más el paso, las calles se sucedían sin orden y Eragon no sabía en que
dirección iba, simplemente se guiaba por el instinto de llegar hasta donde
estaba Saphira. Por fin llegó a la muralla exterior, donde los principales
edificios se alzaban: La escuela, el pabellón donde se reunían y los dos
castillos de Eragon y Saphira y Murtagh y Espina. En medio de todos los
edificios una gran plaza, en medio de la plaza una fuente que representaba un
dragón escupiendo agua. Izquierda, izquierda otra vez, derecha y después todo
recto. Eragon llegó por fin a la plaza,
pero llegó tarde. Él alzó la vista hacia el cielo, como era de noche, incluso
con su vista de elfo le costó distinguirlos: unos cincuenta dragones volaban en
dirección noroeste hacia Ilirea, a la cabeza un dragón rojo con su jinete con
otro azul sin el suyo.
A pesar de que estaban demasiado lejos,
Eragon no se rindió, y con el tono más alto y fuerte que pudo encontrar, lanzó
su grito mental contra todo lo que le rodeaba: ¡¡¡Saphira!!! El efecto fue gigantesco
toda forma viviente giró la cabeza hacia Eragon, la fuerza con la que había
gritado habría sido capaz de derruir un castillo entero. Todos los dragones y
jinetes volvieron la cabeza, todos menos uno, el inmenso dragón azul no se
inmuto y siguió volando hacia delante, lo que hizo que también lo siguiesen los
demás. Entonces, Eragon desesperado, hizo lo último que podía, intentó recordar
todas las palabras de un hechizo que había aprendido en uno de los libros de la
biblioteca de Galbatorix, era tremendamente complicado y se había realizado muy
pocas veces y de esas pocas veces solo una persona había sobrevivido ya que
requería mucha energía. Sabiendo que esta vez no podría contar con las enormes
de Saphira, Eragon contactó entonces con sus dos únicos aliados reales en aquel
momento Brisingr y Aren. La cantidad de energía que había
en esos objetos era mayor de la que podían contener un centenar de magos
poderosos, pero sabía que quedaría completamente extinguida la de los objetos y
probablemente la suya. Aun así no se echó atrás, pues era la única manera de
llamar la atención de la dragona y para él la vida no merecía la pena sin ella.
Entonces, Eragon pronunció rápidamente las palabras del hechizo “Naina du hvitrun né hvirt allör” “Crea
un rayo de luz azul” En cuanto Eragon terminó la palabra allör un enorme rayo de luz azul brotó de la palma de su mano, la
noche despareció y todo se tintó de un color azul igual al del color de las
escamas de Saphira. Conforme el rayo de luz crecía hacia arriba, más rápidamente
se consumían las fuerzas de Brisingr y
Aren, y finalmente él también
tuvo que aportar algo de su energía. El hechizo consistía en crear un rayo de
luz que poseía el mismo brillo que los del sol y tenía la peculiaridad de que
el rayo de luz podía ser del color que eligiese el mago. Además, el hechizo era
tremendamente destructivo, si el rayo llegase a tocar un árbol podría
desintegrarlo al instante. Pero Eragon calculó mal al lanzar el hechizo y en
vez de que el rayo quedase justo delante de Saphira, le acertó directamente en
el estómago. La dragona dio un rugido de dolor e inmediatamente se apartó del
rayo, cuándo identificó el culpable de lo que le había causado tanto dolor y le
había disminuido tanto su energía mediante los escudos, sin los cuales no
habría sobrevivido al ataque, se lanzó hacia el suelo a despedazar a su
oponente.
Por cierto el primer día del año fue el que más visitas tuvo de este mismo con 56, GRACIAS A TODOS porque ayer se llegaron a las 7000 VISITAS.
Hasta la semana q viene.