lunes, 11 de febrero de 2013

Final 4º capítulo.

Me sorprende lo poco que confían algunos en mí, pero bueno, ciertamente tampoco me importa demasiado. Se que lo de la entrada anterior es raro pero también esencial, comprendo que no lo entendais ahora, pero lo acabareis entendiendo.

Y en cuanto a la entrada de hoy, es bastante larga, casi tres páginas con las cuales acabo el cuarto capítulo, esto se debe a que la semana que viene estaré liadillo y no colgaré nada, así que esto sirve para la que viene también. Bueno para aquellos que sigan el blog desde el principio, creo que se acordarán de el último parrafo de este fragmento:

Eragon intentó decirle que si que había encontrado la llave, que volvería a Alagaësia y que con el rayo de luz solo quería llamar su atención, pero antes de que pudiera articular palabra ella edificó defensas alrededor de su mente mientras una gran llamarada brotó de las fauces de la dragona. Eragon habría acabado chamuscado de no ser porque en el último instante convirtió el fuego en hielo, y después lo partió en trozos, que cayeron desparramados por el suelo. Esto le llevó a Eragon un par de segundos, tiempo que la dragona aprovechó para saltar hacia adelante y de un coletazo empotrarlo de nuevo en una pared.

En cuanto Eragon se recuperó hizo dos cosas: la primera, retiró los escudos que se alimentaban de su energía para proteger a la dragona y la segunda, transformó los trozos de hielo en metales cortantes, esto le costó una considerable cantidad de energía ya que el hechizo incluía trasformar por completo el objeto, pero esto también se cobró su parte en los escudos de la dragona, cuando Eragon dirigió los metales hacia allí. Mientras ella estaba despistada intentando esquivar la lluvia de metales que la atacaba, Eragon proyectó un rayo de sol directamente hacia los ojos de la dragona, lo que la cegó por completo. Este lo aprovechó colándose por debajo de ella y desenvainando Brisingr le lanzó una estocada al estómago. La espada nunca llegó a su destino, se desvió varios centímetros antes de llegar al vientre. Él repitió la operación varias veces, sabiendo que no conseguiría hacer daño a la dragona, pero conocía perfectamente el nivel de sus escudos  y cuantos más bajos estuvieran más posibilidades de vencer tendría.

Continuó lanzando golpes hasta que Saphira se libró del rayo de sol y de una patada lo volvió a empotrar en la pared. Entonces la dragona echó a volar y lanzó una serie de llamaradas hacia su oponente, el cuál las rechazó todas utilizando al agua que expulsaba el dragón de la fuente. Al tercer lanzamiento de los siete que la dragona hizo, Eragon en vez de transportar el agua de la fuente hacia él creó una especie de escudo permanente que le permitió pensar que hacer para solventar el problema de que la dragona volase, con el cuál Brisingr se volvía completamente inútil y no podía depender exclusivamente de la magia para ganar aquella batalla. Alzó la mirada en busca de ayuda a los demás jinetes, pero estos no hicieron ningún ademán de ayudarle, ni siquiera Murtagh, que ahora presidía el grupo de jinetes, le dirigió siquiera una mirada de ánimo. De pronto encontró lo que buscaba y aunque la solución era completamente descabellada funcionó: recurriendo a las escasas reservas de la gema de su espada despegó el techo del pabellón y lo dejó caer  sobre Saphira. El techo era demasiado grande como para que la dragona pudiese escapar, así que lo único que podía intentar era partir el techo de una patada, pero fue demasiado lenta y el cielo le cayó encima de las alas. El enorme trozó de piedra se partió pero no hizo daño a la dragona, sin embargo había destruido por completo los escudos que Eragon había puesto tiempo atrás para proteger sus alas. Sabiendo esto, el mago hizo aparecer unas cadenas de la nada que ataron las alas de Saphira. Al no poder mover las alas, la dragona se precipitó hacia el suelo cayendo desde una altura de cien metros. Cuando Saphira cayó contra el suelo, sus escudos defensivos se derruyeron por completo, dejando apenas algunos alrededor del cuello donde no había golpeado contra el suelo. Él se lanzó entonces con Brisingr por delante hacia el cuello de la dragona atacándolo con mandobles, hasta que terminó por completo con las defensas de las dragona. Entonces ella reaccionó y de nuevo empotró a Eragon contra la pared. Para evitar cualquier tipo de contrataque lo cogió entre sus dientes y empezó a morderlo, las defensas de Eragon descendieron rápidamente, debido a la fuerza que poseían los colmillos de la dragona. Cuando apenas le quedaban un par de escudos defensivos utilizó un hechizo y salió despedido de aquel terrorífico antro, cayó al suelo y Saphira continuó dándole patadas y coletazos hasta acabar por completo con sus defensas. En última estancia se activaron los que se alimentaban de su energía, pero no fueron suficientes y en una de las patadas con la que terminó en el suelo, Eragon notó como se le partían tres costillas. Viendo que si continuaba así su vida no duraría más allá de los próximos dos minutos se levantó dolorosamente y pegando un salto esquivo un coletazo de la dragona. Se unió las costillas y vio con verdadero asombro la cantidad de energía que había perdido protegiéndose de los golpes de la dragona. Calculó que le quedaba energía para tres hechizos más o menos, así que continuó correteando evitando los ataques de la dragona mientras ideaba su plan. No podía confiar en algún hechizo potente pues aunque sus mentes ya no estaban unidas, Saphira lo conocía demasiado bien como para leerle la mente y adivinar lo que iba a hacer, por tanto la única alternativa que le quedaba era inventarse algún truco sucio. Finalmente se le ocurrió, con un hechizó tensó una cuerda invisible a la altura de la rodilla de la dragona, ahora necesitaba hacerla tropezar, ya que no había conseguido liberarse de las cadenas que tenía en las alas tenía que perseguirlo basándose en las patas. Entonces aprovechando un intento fallido de un coletazo de la dragona, Eragon saltó encima de la cola y continuó ascendiendo hasta llegar al lomo, un pequeño sentimiento de nostalgia lo inundó, pero continuó ascendiendo hasta la cabeza, si lo que quería hacer funcionaba volvería a sentarse allí pronto. Cuando llegó a la cabeza calculó donde estaría la cuerda, ya que era también invisible para él y saltó intentando caer varios metros por detrás de  ella. A pesar de que cayó desde una altura de seis metros, gracias a la habilidad de los elfos no se hizo daño alguno. Saphira, que había permanecido quieta sin poder hacer nada, persiguió a Eragon y cayó en la trampa, tropezó con  la cuerda y su cabeza tocó el suelo. Rápidamente Eragon hizo aparecer otras cadenas que inmovilizaron las patas y la cola de la dragona. Entonces Saphira, sintiéndose completamente inmovilizada e indefensa, recurrió el fuego. Cogiendo todo el aire que pudo, dirigió todo el torrente de llamas hacia Eragon con la lengua. Este cometió el error de confiar demasiado es su escudo de agua, el torrente de llamas evaporó el agua y empezó a quemar a Eragon, de pronto cuando parecía que el mago moriría incinerado, las llamas se detuvieron, la dragona se había quedado sin fuego y por tanto estaba completamente indefensa. Milagrosamente, Eragon había escapado de allí con solo un par de quemaduras en los brazos, pero, sin embargo, toda la ropa que antes le vestía se había convertido en ceniza, así que estaba completamente desnudo. Cuando a Saphira se le volvió a calentar el estómago se dispuso a lanzar de nuevo un torrente de llamas, que, esta vez sería mortal. Pero, Eragon fue más rápido y en el último momento le congeló a Saphira el estómago con el último hechizo que tenía la capacidad de realizar hasta que repusiese fuerzas, impidiéndole por completo expulsar el fuego por las fauces. Saphira no deseaba hacerlo, un dragón era fuerte y sus batallas las ganaba con sus garras y no con la mente, pero en aquel momento no tenía otra opción. Toda su fuerza mental se lanzó contra Eragon. Este que lo esperaba, se retiró por completo en su interior y en vez de crear una gran fortaleza, modifico su estrategia y redujo a su mente a los pensamientos más básicos, tomando de ejemplo a los Ra´zac, lo que redujo por completo el tamaño de lo que tenía que proteger en cien veces. Esto sorprendió por completo a Saphira y una vez más volvió a caer en la trampa de Eragon, pues su mente era tan pequeña que era casi imposible localizarla,  entonces cuando se acercó a ella, el tenue punto de luz en lo que se había convertido la mente de Eragon  explotó como un volcán erupción y lo inundó todo. El mago se introdujo en la mente de la dragona y la inmovilizó por completo.

La batalla había terminado y entonces, por primera vez, Saphira se sintió completamente derrotada, inmovilizada, sin fuego y con la mente completamente dominada no había nada que hiciera que pudiese mantener la esperanza de la victoria. Se preparó para morir, había intentado matarlo y lo habría hecho si hubiese tenido la oportunidad, así que no tenía por qué esperar un mejor trato.

Eragon buscó entre el montón de cenizas y encontró lo que buscaba: Brisingr, su espada, a la cual no afectaba el fuego continuaba intacta, despacio se acercó a ella y la recogió. Avanzó hacia el cuello de la dragona. Entonces Saphira vio en lo que se había convertido Eragon, en la persona más poderosa del mundo, ni siquiera ella, Saphira, la mas fuerte de los dragones, había conseguido vencerle. Ella no hizo ademán  de moverse, había perdido y su destino era morir, escuchó el grito de Eragon muy a lo lejos “Brisingr” y entonces ella cerró los ojos.
Eragon cambió la espada de posición, ahora apuntaba directamente hacia el cuello, en vertical hacia el suelo, El corazón le latía desbocado, la mano le temblaba y sus pies amenazaban con derrumbarse. Una última vez miró a su víctima, y la espada cayó.

Fin del 4º capítulo.

Hasta dentro de dos semanas.