Como si de un
hechizo hubiesen despertado, todos retornaron al asunto de los huevos de dragón
y volvieron a discutir sobre el padre de los tres huevos. La propuesta de
Espina se había reforzado desde que sabían que este había estado con Saphira.
Cuando todos, incluido Brom, quedaron convencidos de que así era todos se callaron
y miraron a Eragon que reía por lo bajo. Al final fue Roran el que se atrevió a
preguntar:
-
Eragon,
¿quién es el padre de los huevos que nos has enviado? –Eragon les devolvió una
mirada traviesa y traidora, con una sonrisa que le cubría la cara entera respondió-
Yo sé quién es el que buscáis. No obstante, no soy yo quien debe revelar eso, sin el consentimiento de Saphira y el
del padre. El de Saphira lo tengo, él del padre no, preguntadle a ella sobre
ese tema. Yo no diré ni una palabra.
De nuevo estallo
el revuelo, la comitiva se dividió por completo. Jeod, Orrin, Orik y Garhvog
fueron a hablar con Saphira para pedirle que les revelase el misterioso nombre,
pero ella les respondió más o menos lo mismo que les había dicho Eragon.
Garhvog y Angela fueron directamente hacia Espina, convencidos de que era él
pero no consiguieron arrancarle el sí que tanto deseaban. Elva inteligente, fue
hacia Murtagh pero tampoco consiguió arrancarle una palabra. Solo tres personas
se quedaron en el sitio que emplazaban anteriormente, Arya, Brom y Roran.
Eragon tuvo una sensación al ver juntas por primera vez a las tres personas que
amaba en el mundo. Esta vez fue Arya la que preguntó:
¿Quién es, Eragon? – el
respondió- No puedo decirloHasta la semana que viene