martes, 27 de agosto de 2013

De vuelta; se acerca el final

Al fin, tras tanto tiempo he vuelto a casa desde donde me reincorporo al blog. Y viendo que ya sois tantos lo que pedís fragmentos más largos, considerando que el final se acerca (más tarde lo explico), acepto y los colgaré más largos, pero correis el riesgo de que tal vez el día que cuelgue por completo el epílogo (cuando lo acabe) os parezca poco a pesar de las 100 páginas que probablemente llegue a tener. Hoy por el tiempo que he estado fuera, colgaré lo que quedase del capítulo en el que estábamos, y todo el siguiente. Que conste también que los voy a hacer más largos, pero no colgaré un capítulo por semana, por el motivo que he mencionado antes.

Aclarado este quiero aclarar otros tres puntos, por otros comentarios que se han hecho  en el blog:
1- El epílogo aún no está acabado, cuando lo acabé lo colgaré lo antes posible.
2- El motivo por el que los "avances" saltan de un momento a otro de la historia, es porque no están de forma cronológica, sino que no son fragmentos separados que corresponden a momentos intensos de la historia.
3- Los otros fragmentos que no son avances (Capitulo x numero x) esos si que están de manera crónologica en la historia.

Y ahora esperando que todo haya quedado claro, os cuento mis progreso en el epílogo: El final está próximo, no creo que falte demasiado para que veáis la historia terminada, no sé si ya lo dije, pero el epílogo transcurre a lo largo de una semana y para que me comprendáis si tomamos el primer día como lunes, estoy en el sábado por la noche. Por supuesto el domingo, día en el que se resolverá todo será el más largo y en el que más tardaré en construir, pero aún así que sepáis que no falta demasiado.

Como he prometido, os dejo el final del sexto capítulo (¿Quién es el padre?), y todo el séptimo llamado Diálogos en la sombra, no es muy largo, pero no creo que os decepcione. 



Saphira y Firnen se tomaron su tiempo para responder a aquella pregunta. Entretanto, el dragón o dragona verde se llevó un par de aplausos al dar una patadita al aire y el rojo otros tantos cuando movió la cola, los otros no se movieron. Finalmente los dos dragones respondieron:
-          El rojo podría compararse con Espina, porque a mí –esto último solo lo dijo Saphira- y a Eragon, nos hacía sufrir por la situación en la que él se encontraba y siempre que nos enfrentábamos odiábamos tener que hacerle daño.
-          Para mí es un honor que uno de vuestros huevos sea del mismo color que yo, cuando nazca lo cuidaré a él y a todos como si fueran mis propios hijos. –dijo Espina-. ¿Y el dorado?
-          Y el dorado se corresponde con Glaedr, -Eragon recordó de pronto que llevaba muchísimo tiempo sin hablar con el anciano dragón de su antiguo maestro, porque le había dado su eldunari, junto con el de otros nueve dragones a Arya para que ayudasen a la reconstrucción de Alagaësia. Aunque le había costado mucho hacerlo, porque era con el que mejor se llevaba de todos los dragones, era el que hacía menos tiempo había abandonado Alagaësia- Él fue el que me enseño todos los secretos de los dragones y el que nos acompañó a Eragon y a mí a la isla de Vroengard. Quisiera darle las gracias por todo aunque creo que no está aquí presente y…
-          ¡Sí! Estoy aquí, Arya me trajo desde Du Wendervarden, me alegro de que pienses así Saphira, aunque yo solo hice lo que debía de hacer y lo que cualquier otro dragón hubiese hecho en mi lugar. Ya que yo he perdido mi cuerpo por culpa del que ahora es mi “hermano”, no puedo hacer su misma promesa, sin embargo os ayudaré en todo lo que necesitéis.-dijo Glaedr-.
-          Todos haremos lo que esté en nuestras manos para que los nuevos dragones crezcan sanos y fuertes –dijo Umaroth-.
-          Gracias, muchas gracias –dijeron a la vez Saphira, Firnen, Eragon y Arya que había salido de repente de su ensimismamiento.
De nuevo una oleada de aplausos interrumpió la conversación cuando el dragón azul movió su pequeña cabezada y cuando el dorado movió la cola de un lado a otro, como hacía Glaedr, confirmando su relación con el dragón. Entonces Eragon puso fin al hechizo y los huevos volvieron a su estado original.
-          ¡Eh, un momento! ¡Yo tengo una pregunta! –dijo Angela- Dijiste que nunca volverías, ¿por qué lo has hecho?- todo el mundo secundó aquella pregunta con un seco gruñido y de nuevo todas las miradas se posaron en Eragon-.
-          ¿Qué pasa? ¿Nos os alegra que haya vuelto? Si queréis me vuelvo a ir y …
-          ¡¡¡No!!! –le cortaron todos a la vez y después Garhvog añadió- Espada de Fuego, nosotros queremos saber cual es la razón de que hayas vuelto, porque cuando te fuiste estabas completamente de que no volverías y sin embargo estas aquí.
-          Lo sé, pero responderé a esa pregunta cuando llegue el momento.
Todos estallaron en protesta, algunos arremetieron contra Eragon y otros contra Murtagh para preguntarle si el conocía el motivo. El barullo continuó durante varios minutos en los cuales ni Eragon ni Murtagh abrieron la boca, Saphira y Firnen seguían cerca de sus huevos y hablando entre ellos. Finalmente Orik dio un golpe con Volund en el suelo, lo que hizo callar a todos, después dijo:
-          ¡Ya está bien! ¿No es evidente que no les vamos a sacar nada? Yo no soy el que da aquí las órdenes, pero estos jinetes llevan varias jornadas de viaje y necesitan descansar.
-          Tienes razón maestro enano. –respondió Nasuada, y después añadió dirigiéndose a Eragon- El castillo es grande, hay habitaciones para todos y cada uno de tus discípulos, sin embargo, los dragones deberán dormir en la plaza o aquí dentro.
-          Eso no será un problema.
-          En ese caso id a descansar, porque esta noche habrá un banquete al que estáis invitados Eragon, Murtagh, Saphira y Espina y espero que no faltéis –y después añadió dirigiéndose al resto de los jinetes- El resto podéis pasear por mi ciudad como os plazca, o descansad si os apetece.



















7 Diálogos en la sombra.
Dicho esto, todos se fueron a sus respectivas habitaciones y durmieron plácidamente o se quedaron reflexionando. Saphira y Firnen se fueron volando juntos acompañados por Espina con la excusa de que tenía que hablar con ellos. Brom y Jeod charlaron sobre los viejos tiempos, Eragon se quedó dando un paseo por las calles de Ilirea admirando los progresos que había tenido la ciudad  en su ausencia. Allá por donde iba podía observar trabajos de piedra de los enanos y obras de madera propias de los elfos, era evidente que las tres razas habían colaborado para devolver el antiguo esplendor que aquella ciudad había tenido antaño y en su opinión lo habían conseguido. Arya, en cambio, si que se fue a la habitación donde había dormido la noche anterior pensando en lo que había ocurrido desde que se había levantado aquella mañana.
Pero a la sombra del pabellón  donde todos se habían reunido de nuevo aquella mañana, tres personas selectas volvieron a juntarse por mutuo acuerdo. Angela, Roran y Orik conversaban sobre los hechos ocurridos cuando Elva se les unió:
-          Eragon ha cambiado –afirmó Roran- Tanto misterio no era común en él, por lo menos antes.
-          Yo creo que esconde algo. Algo que hace que sea mucho más poderoso de lo que creemos.-dijo el enano-.
-          Cuando le he mirado, he sabido que eso era verdad. –dijo Elva- Eragon ha conseguido un poder que no podemos ni imaginarnos. Pero no puedo saber más porque a pesar de que no es capaz de bloquear mi poder del todo si yo pongo todo mi empeño puedo leerle sus miedos, porque tiene miedo, miedo de lo que ese poder conlleva. Pero ese miedo es un miedo que conlleva una alegría y por tanto soy incapaz de leerlo.
-          ¿Creéis que nos dirá que es lo ocurre? –preguntó Orik-.
-          De nada sirve que hablemos sobre esto, pues hasta que él no lo diga no estaremos seguros, y apoyarnos en conjeturas tampoco servirá de nada –dijo la herbolaria- Por otro lado tampoco podemos presionarle para que cuente que es lo ocurre. Eragon ya no es el niño que era antes, su mente se ha endurecido con el paso de los años y ya no se le puede “manejar” como antes. Puedes presionar al melocotonero para que dé sus frutos, pero no por eso él los dará antes. Si tiene que contar su secreto, lo contará cuando llegue el momento, no antes. Mientras que si por desesperación talas el melocotonero, no los dará nunca.
-          ¿Elva crees que deberíamos hablar de esto a los demás? –preguntó Roran-.
-          Podríamos contárselo a Brom, Jeod y Garhvog porque Arya, Nasuada y Orrin no necesitan saberlo, pero creo que tampoco deberíamos contárselo a ellos, porque cuanto más sepan esto hay más posibilidades de que llegue a oídos de Eragon que conocemos que tiene un secreto. –respondió la anciana y después añadió- Que nosotros conozcamos su secreto podría perturbarle y volverle una persona frágil y desconfiada, porque de la forma que he interpretado sus emociones, creo que nadie más conoce esto, ni siquiera Saphira.
Después cada uno se fue por su lado y la tarde transcurrió tranquila, hasta la hora del banquete, donde todos volvieron a juntarse de nuevo. Arya lucía un bonito vestido verde que Eragon le gustó mucho. Nasuada vestía uno púrpura, cuando esta se cruzó con Murtagh a la entrada ambos se dirigieron una mirada que encerraba muchas cosas, que se esfumaron en el instante en que la luz del interior del pabellón les cegó. A Murtagh le costó un tiempo darse cuenta de que aquel pabellón era el mismo que en el que habían estado la mañana anterior.
Una mesa quedaba en el centro del edificio con espacio para los jinetes y para los otros nueve invitados alrededor, unas grandes bandejas habían sido depositadas en el suelo con varios ciervos encima de cada una. Había exactamente una bandeja para cada dragón. Muchas antorchas se apoyaban en las paredes, otras colgaban del techo y otras, en cambio estaban suspendidas en el aire. Cuando el banquete empezó, Orrin se sentó junto a otros jinetes en un intento por hacerse amistades. Garhvog, en cambio sorprendió a todos llevándose su plato junto a los dragones, dando muestra de un intento de enterrar las viejas diferencias entre las dos razas. Todos los demás se sentaron junto a Eragon, que presidía la mesa. Brom y Roran estaban sentados a su lado, Arya y Murtagh al lado de estos. Nasuada se sentó al lado de Murtagh y, aunque nadie los vio, permanecieron todo el banquete cogidos de la mano, Jeod se sentó al lado de Arya y Elva y Angela cerraron la comitiva. El banquete transcurrió con rapidez y sin ningún altercado excepto el de un joven dragón que se atraganto con un hueso de uno de los ciervos. Rápidamente, un jinete enano se levantó pidiendo disculpas y abandonó el banquete seguido de su dragón. Durante toda la noche no salió ningún tema interesante hasta que justo cuando el banquete llegaba a su fin, Arya formuló la pegunta que la llevaba carcomiendo todo el día:
-          ¿Me diréis ahora Nasuada, de quien es pues el anillo que lleváis puesto en la mano? Creo que soy la única, aparte de Eragon y Murtagh que desconoce la respuesta, y creo que a los tres nos gustaría conocerla. –Nasuada se rio un poco antes de responder- Es curioso Arya, porque precisamente Eragon y Murtagh son los únicos que conocen la respuesta.
-          ¿Por qué? –Nasuada le dirigió una mirada a Murtagh, que asintió con la cabeza antes de responder- Ocurrió hace veintinueve años, mañana serán treinta. Recibí un pequeño sobre con una nota y este anillo. –mientras lo decía alzo la mano y enseño el anillo a todos- La nota decía: Te espero en las montañas del desierto de Hadarac dentro de una semana. Murtagh. Si no fuese porque sabía lo que significaba el anillo probablemente no hubiese asistido a aquella cita. Pero en cambio, cogí un caballo y me fui al galope. Llegué precisamente al séptimo día de recibir la nota. Murtagh había recreado por completo la celda donde estuve en Urû’baen y sorprendiéndome a mí misma me alegré de volver allí. Después vi a Eragon y le supliqué que volviera, pero él no accedió. Luego Eragon nos casó y tuvimos una pequeña fiesta. Después Espina nos llevó por muchos lugares y descubrí sitios hermosos fuera de Alagaësia. Fue un mes que nunca olvidaré, pero como todo llegó a su fin. Cuando volví del viaje fue como despertar de un sueño, pero tengo la prueba de que no lo fue aquí en mi mano. –y volvió a enseñar su mano derecha- bueno, y eso es todo. Murtagh y yo nos casamos hace ya casi treinta años y hoy nos hemos vuelto a ver de nuevo.
De pronto, el pabellón entero, que había permanecido en silencio durante todo el relato, prorrumpió en aplausos y felicitaciones. Todos los dragones dieron un rugido en coro, Murtagh se llevó muchas palmadas en la espalda y Nasuada muchos abrazos. Enseguida la fiesta comenzó de nuevo y el banquete se prolongó un par de horas más, y todos disfrutaron de una tarta de boda que Arya hizo aparecer de la nada. Entretanto, Angela hizo una afirmación que hizo callar de nuevo a todo el pabellón
-          Pero, Nasuada –dijo Angela mientras se atragantaba con un trozo de tarta- La muerte te alcanzará tarde o temprano y cuando esto ocurra Murtagh se sumirá en la pena. ¿Habéis pensado en eso?
-          Sí, Murtagh encontró en un libro de la biblioteca de Galbatorix un hechizo capaz de rejuvenecer el cuerpo sin tener que hacer lo mismo con la mente. Cuando mi momento se acerqué, Murtagh realizará el hechizo y entonces abdicaré del trono y cederé el trono a un sucesor. –se levantó y se acercó a Eragon, al cual  le susurró al oído- estaba pensando en Roran y si el entonces ya ha sucumbido, será Ismira la que herede el trono. ¿Estás de acuerdo?
-          Lo estoy.
-          Pido por favor, que este hecho no se divulgué, pues es una clara ruptura de todas nuestras leyes éticas respecto al resto de los mortales.
Cuando el banquete finalizó, y Arya salió del pabellón y se quedó un rato sentada en un banco aguardando a la salida de Eragon, con la esperanza de que los sentimientos que él tenía o había tenido por ella le hicieran sucumbir a sus peticiones de que narrara algo de lo que le había ocurrido durante los últimos años. Pero cuando Eragon al final abandonó el banquete acompañado de Saphira, lo hizo a toda carrera. Arya entonces le persiguió por un par de calles hasta que Eragon se dio cuenta de su presencia y le dijo rápidamente “No es el momento” y volvió a salir a toda velocidad perdiéndose entre las calles dejando a Arya plantada como una estaca. Después la elfa volvió hacia su habitación y se quedó pensando acerca del motivo por el que Eragon se había negado a relatarles lo que le había ocurrido.


Siento el largo periodo de inactivad. Estos fragmentos están ya en la página de Epílogo de Legado, para quien quiera ir deduciendo el camino que va tomando el epílogo.

Hasta la próxima