sábado, 21 de septiembre de 2013

Octavo capítulo segunda parte

Me alegra ver que las entradas en el blog se han resarcido un poco  tras unos meses un poco bajos en cuanto a ellas se refiere. Bien yo tratare de darlo a conocer lo máximo posible, para que más gente pueda entrar en nuestro pequeño mundillo. Poco más que decir, tan solo desearos que disfrutéis con el fragmento de esta semana.

Hablaba Eragon, para el que no se acuerde:

-          La gente olvida deprisa, y aunque tus logros perduraran en la memoria de tus vasallos y en la de muchos de sus descendientes, llegará el momento, en el que sí, os olvidaran y pasareis a ser un interrogante en la historia. Pero eso nos llegará a todos, a Nasuada, a Roran –el rey chasqueó la lengua, demostrando que seguía sin llevarse bien con su primo- incluso a mí, nada dura para siempre, ni siquiera las estrellas, todos pasaremos a ser tan solo un nombre más a recordar en esos libros de historia, pero nunca nadie volverá a recordar nuestro sacrificio. A algunos la estancia en este mundo les dura más que a otros, pero nadie es capaz de ganar al tiempo, todos somos hormigas ante él. Lo que realmente importa es lo que decidimos hacer con el tiempo que se nos da aquí. Probablemente, si no hubiese sido tú uno de los que derrotaron a Galbatorix, hubiese sido otro, sin embargo fuiste tú y debes de estar orgulloso por ello. No malgastes tu tiempo pensando en esas cosas, porque antes de que la gente te olvide, tú serás polvo y ceniza al viento y entonces poco te importará ya, ¿no? –Eragon hizo una pausa en la que volvió a mirar a los ojos al viejo rey y después añadió- Sin embargo hay algo que te aflige aún más, ¿no es así? Realmente no te importa lo que pase después de la muerte aquí, sino lo que te pasará a ti durante ella y si realmente hay un más allá. ¿Verdad?
El rey le miró esta vez con verdadero asombro y de pronto comenzó a derramar cascadas de lágrimas a través de sus arrugadas mejillas. Estuvo un tiempo así hasta que de pronto estallo en una pequeña risa y dijo entre sollozos:
-          ¿No es curioso que sean los jóvenes los que dan consejos a los ancianos? –y después continuó mucho más calmado clavando su vista en el lejano horizonte- Has cambiado Eragon, ya no eres ese joven alocado que perseguía a los Ra’zac y que perseguía a sus maestros como un perrito faldero. Ahora piensas por ti mismo y ahora son los demás los que te persiguen pidiendo consejos. Eragon, tengo setenta años, no me queda mucho, tú eres ahora el más sabio y el que más cerca esta de la inmortalidad, dime, ¿realmente hay un más allá?

Eragon reflexionó sobre esa pregunta mucho tiempo, pensando en lo que debía de contarle a Orrin sin llegar a romper las reglas de la naturaleza, pues el miedo a la muerte es algo que pertenece a toda cosa viva y por tanto, quitarle a Orrin la única esperanza que le quedaba, podía trastornarle mucho, de modo que dio un rodeo:

Sigo escribiendo....