Cuando acabo de
hablar, Eragon volvió a dejar vagar su mirada en el infinito. Era la primera
vez que daba un consejo de tales magnitudes, y sin embargo no se sentía
extrañado ni preocupado, sabía que había hecho lo correcto, y aunque Orrin
ahora pensase que le había destrozado, pronto entendería que había hecho lo
mejor para él. “He cambiado tanto, antes me costaba mucho hablar con alguien
sobre algo medianamente serio y ahora voy yendo por ahí dando consejos sobre la
vida y la muerte” pensó el jinete mientras se reía para sus adentros.
Permaneció un tiempo sentado junto al
anciano rey surdano, nunca supo cuánto tiempo fue a ciencia cierta, solo que,
cuando lo consideró oportuno se despidió del rey y fue al encuentro de la
dragona. Pero cuando apenas le quedaban un par de pasos para salir del jardín
escuchó una voz a sus espaldas:
-
Eragon…Gracias,
de ahora en adelante estoy en deuda contigo. Nuestras viejas diferencias quedan
para mí enterradas con lo que me has dicho hoy. Gracias.
Y entonces el
rey se levantó y se fue a su habitación. Eragon llegó de nuevo junto a Saphira
que le preguntó por lo que había ocurrido y él se lo contó todo. Luego,
sobrevolaron Ilirea hasta aterrizar de nuevo en la gran plaza. Allí estaban la
mayoría de los jinetes y dragones, entre ellos Murtagh y Espina que parecían
profundamente dormidos. Eragon encontró un hueco cerca de ellos y él y Saphira
se instalaron lo mejor que pudieron. A lo lejos, este, advirtió a dos jóvenes
jinetes sentados en un pequeño banco de piedra, y de pronto ambos se fundieron
en un largo beso. Eragon no pudo reprimir un rápido gemido de dolor, mientras
que un puñal invisible le atravesaba el corazón, esto a Saphira no se le pasó
por alto. Para aligerar su carga intento consolarlo:
-
Todo ha cambiado
desde entonces, ahora tienes una nueva oportunidad.-dijo la
dragona-.
-
En
eso te equivocas, yo he cambiado, pero ella no lo sabemos. ¿A lo mejor lo ha
hecho, pero para peor? –este último comentario en el que Eragon no había pensado
realmente en serio, lo asaltó con una fuerza que bien estuvo a punto de
derrumbarlo. Saphira viendo que la conversación no iba por donde ella
pretendía, cambió radicalmente de tema y dijo- Te tengo preparada una sorpresa para mañana.
Eragon que solo
prestaba atención a sus propios pensamientos, tardó un rato en responder y
cuando lo hizo, fue sin ganas.
-
¿Cuál?