domingo, 13 de octubre de 2013

Ultima parte del octavo capítulo

En serio que gusto da ver las 75 visitas del miércoles pasado y que no bajan de 20 diarias. bueno tratare de no romper la buena racha hablando de ello. Me limitare a continuar con el epílogo, asi que aqui os dejo la ultima parte del octavo capítulo, el finde que viene: 9 Viejas cuentas pendientes, aunque podia ser una parte de este capitulo que acabamos.

-          Si te lo dijese, no sería una sorpresa, ¿no? Pero te daré una pista, tienes que traer a Jeod, aún tienes una vieja cuenta pendiente con él.
Por primera vez desde que empezó la conversación, prestó algo de atención, pero cuando Saphira se negó a darle una nueva pista, se resignó a hacer lo único que podía en aquel momento, echarse a dormir. Ya queno tenía sueño, empezó a darle vueltas a la sensación que le había abordado cuando miró por primera vez a sus antiguos compañeros. Aunque pensó que estaba preparado, le resultó tremendamente extraño ver que mientras que Arya, Garhvog, Orik y Ángela conservaban prácticamente iguales sus rostros, largas cabelleras de colores de plata y nieve cubrían los rostros de Roran, Nasuada, Jeod, Orrin y Elva. En cambio lo que más le sorprendía y lo que no le había abandonado era la misteriosa resurrección de Brom. No es que tuviese un mal presentimiento sobre ello, ni que no le gustase que su padre hubiese recuperado la vida, pero todas las leyes mágicas decían que no se podía devolver la vida a los muertos.
Finalmente, tras convencerse de que no iba a sacar nada en claro él solo, abandonó ese pensamiento y otro lo abordó de nuevo. Asegurándose de que Saphira estaba profundamente dormida, abrió la bolsa y puso el regalo que el dragón multicolor le había dado en el suelo. El objeto estaba frío y duro, pero era hermoso y las palabras del dragón se introdujeron de nuevo en su mente: “Aquí te entrego Eragon, Asesino de Sombra el objeto más preciado de nuestra raza. Ya eres poderoso, pero con él serás invencible. Sin embargo, para obtenerlo debes renunciar a todo ¿entiendes?” Entonces el dragón deslizo la mirada hacia una de las partes de su cuerpo, Eragon no necesitaba levantar la vista para saber que estaba saber que estaba mirando el dragón. “Espero tu respuesta la próxima luna llena, ten en cuenta lo que puedes ganar y perder. Espero tu respuesta.” Después el dragón se deshizo en los cerca de cuarenta dragones de diferentes colores que lo habían formado. Lentamente guardo de nuevo el poderoso objeto en la bolsa con cuidado, aunque estaba seguro de que no iba a romperse fácilmente. Al final, utilizando los ejercicios de relajación que Oromis le había enseñado, consiguió dormirse con el doloroso recuerdo de aquellos dos jóvenes jinetes besándose.

Durante la noche Eragon soñó con  Arya. Se veía a él mismo entre la niebla, persiguiendo la lejana silueta de la elfa. Él la llamaba, pero esta no le respondía y seguía caminando. Cuanto más avanzaban más espesa se hacía la niebla y más le costaba seguirla hasta que finalmente la perdió. Entonces el gritó su nombre pero ella no acudió, cuando, de pronto, entre la niebla, unos grandes ojos amarillos le indicaron que los siguiera. A Eragon, aquellos ojos no le caían demasiado bien, pero sentía que podía descubrir algo importante. Finalmente, los ojos le guiaron ante una escena en la que Eragon no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar. En medio de la niebla, dos figuras se besaban, una era Arya y la otra Eragon supuso que era Faölin. Entonces los ojos descubrían un cuerpo completo, un lobo que saltaba y le devoraba las entrañas ante sus gritos.