Por cierto VTK, respecto a lo que dijiste de la redacción, es que voy releyendo y borro y pongo otra cosa, y lo vuelvo a cambiar, y a veces se me quedan palabras sueltas o repetidas, aparte de los leísmos y laísmos propios de mi comunidad, de todas formas tranquil@, cuando lo acabe, estaré una semana releyendo para pulir esos defectos.
Pero no me entretengo más.
Eragon no pudo
evitar desviar la mirada y esbozar una sonrisa, aquella simple pregunta sirvió
para relajarlo por completo en un principio y para que después una pequeña
llama de ira empezara a arder. “O sea que eso es todo ¿eh?” pensó Eragon. “Pues
no tendrás lo que quieres”. Aun así se controló, enfadar a Arya era lo que
menos deseaba en el mundo.
-
No
puedo decírtelo,-pero no pudo evitar darle un anzuelo que morder para
fastidiarla- guardo secretos que deben conocer muchas personas y prefiero
contarlo todo solo una vez.
Arya mordió el
anzuelo, tal como Eragon quería. Su curiosidad era diez veces más grande que
antes. Además, un nuevo objeto se filtró en su campo de visión, Eragon tenía
algo escondido detrás de su espalda. Ni siquiera llegaba a ver su forma, pero el
jinete escondía sus manos y con eso le bastaba. Con un tono más calmado,
paciente y cariñoso, ella abordó el tema más tranquilamente, intentando no
cometer por segunda vez el mismo error:
-
Eragon,
¿qué tienes ahí detrás?
Este, la miró de
nuevo. Arya se quedó sorprendida de lo que vio, leyó en los ojos de Eragon
miedo, un miedo terrible a aquella pregunta. Pero también una llama de
convicción, protegería esa respuesta con uñas y dientes y nadie se la
arrebataría. Nunca había visto una mirada así y menos aún había escuchado
hablar a Eragon de la manera que lo hizo:
-
Na…, na…, nada – le temblaba la voz como si
estuviese a punto de desmayarse, y aun así el tono poseía la fuerza de una
respuesta completamente firme.- Nada importante.
Pero Arya sabía
que eso era mentira. La paciencia empezaba a acabársele a la elfa y volvió a
precipitarse. Subió la intensidad, y optó por el método menos apropiado. A ella
tampoco le gustaba, pero pensó que probablemente sería más efectivo: se
equivocaba. Lentamente la elfa poso una mano sobre la mejilla fría del jinete,
obligándole a mirarla a los ojos.
Puedes confiar en mí.
Vamos cuéntamelo –Eragon miró a la elfa. Su mirada, siempre dura e impenetrable
ahora se tornaba traviesa y juguetona- Cuéntamelo.Hasta la semana que viene
uff Que buena continuación... sigue así maquina... ;)
ResponderEliminarQue alegría que lo retomes Samuel!!
ResponderEliminarsi, muy buena continuacion, pero dijiste hasta la semana que viene y ya es 4 de abril :I
ResponderEliminarDale otro anda
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