Creo que os gustara bastante el final e incluirá muchas cosas de mi propia producción, no sera tan solo una especie de "parche" que poner a los libros, sino que el epílogo tiene un eje propio.
Poco mas que decir, retomamos con algo que en mi opinión es uno de los pilares que sostienen la razón del epílogo, a mi me parece que se refuta bastante bien, pero si me pudierais dejar algún comentario diciéndome qué os parece a vosotros os lo agradecería.
Cuando deshizo
el hechizo se escurría ya entre un estrecho y oscuro callejón entre dos altos
edificios de piedra, el olor a fruta podrida se podría haber notado cincuenta
manzanas más lejos y aquel insufrible olor aumentado aún por las capacidades de
Eragon lo inundaba todo y hacía que empezara a marearse y a ver lucecitas de
distintos colores.
Continuó andando
por aquel estrecho callejón adentrándose en una espesa oscuridad, guiado por el
fuerte olor a podrido, no sabía exactamente que hacía que siguiese aquel olor
nauseabundo, pero sentía que tenía la necesidad de llegar hasta el lugar de
donde provenía.
Llego un
momento, ya que el callejón parecía interminable y Eragon no tenía ni idea de cuánto
tiempo había transcurrido desde que
había adentrado en el por lo que había perdido la noción del tiempo, que
la oscuridad terminó haciéndose completa, por mucho que Eragon alzase la cabeza
hacia el cielo, sus pupilas no conseguían atrapar el menor rayo de luz. Cuando
esto ocurrió el olor a fruta podrida era ya casi mortal y a Eragon tuvo una
idea y con un susurro inaudible para todos menos para él, aunque estaba solo,
pronunció el nombre del idioma antiguo y esperó a ver qué pasaba. Después de
esperar un par de minutos, que a él le parecieron horas, continuó andando por
el callejón.
Cuando empezó a
preguntarse si debería darse la vuelta, le pareció ver un pequeño resplandor a
lo lejos. Fue algo parecido a un chispazo y fue tan rápido que se preguntó si
realmente lo había visto o se lo habría imaginado, pero cuando volvió a mirar
hacia donde le había parecido ver aquel puntito de luz, volvió a verlo y esta
vez sí que estaba seguro de que lo había visto. Sin detenerse echó a andar
hacia él.
Lentamente, el
pequeño puntito de luz se fue haciendo más y más grande, hasta que terminó
cobrando forma de una pequeña llama dentro de una lámpara marinera. Una pequeña
tienda pintada de colores verdes oscuros era lo único que Eragon alcanzaba a
ver en aquella gran oscuridad. Para entrar en la tienda, había que subir tres
pequeños escalones de madera, en el tercero una sombra adquiría forma felina y
enseñaba los dientes debajo del bigote. Solembum le dedicó su más encantador
maullido desde el suelo, invitándole a pasar. Eragon vaciló apenas un momento,
pero suficiente para que el hombre gato lo notase y le preguntase: “¿Qué ocurre? ¿Tienes miedo?”. Eragon
puso su mejor cara de idiota y respondió: “No” y sin pensárselo dos veces abrió
la puerta y entró en la tienda.
Antes de que
traspasase el umbral, ya sabía quién le esperaría dentro. Aun así no pudo
evitar sobresaltarse al escuchar una voz tan tremendamente familiar después de
tanto tiempo:
-
Ah,
jaja, ya sabría que vendrías a visitarme antes de que yo fuera a por ti.
¡Bueno! ¿qué te parece? Te gusta el pequeño antro donde me he instalado, ¿eh? Está
bien, no habrás venido solo para estar de charla, eso se te nota en la cara.
¿Qué quieres?
Hace treinta y nueve
años me predijiste un destino con unos huesos de dragón, he venido para pedirte
que lo hagas de nuevo.
Actualizo también la pagina del Epílogo para aquellos que querais repasar o leerlo de nuevo
Un saludo.
Un saludo.