Como ya dije, el capitulo 11, Destino, es la columna vertebral del epílogo, la que justifica su existencia, a mi me parece que está bien logrado, pero nunca es igual el escritor que el lector, por lo que me gustaría que me comentarais que os parece...
La sonrisa que
antes reflejaba el rostro de la herbolaria, se fue estrechando hasta que solo
quedó un final línea entre sus labios. Sus ojos expresaban ira y sobre todo
rabia. De pronto, todo se oscureció la pequeña chimenea que quedaba a la
derecha del jinete que apenas chisporroteaba
se convirtió en la única fuente de luz de toda la habitación aparte del
reluciente vestido verde de Ángela, que de alguna manera irradiaba una
deslumbrante luz plateada.
Eragon se quedó
con la boca completamente abierta. ¿Cómo había hecho eso? ¿Había sido magia?
¿Había arriesgado su vida sencillamente para hacer un viejo truco de teatro? De
manera que cuando volvió a mirar a los ojos de la herbolaria vio un poder
oculto durante muchos años en lo más profundo de su ser. Al hablar, la voz
penetró en los oídos del jinete con tanta intensidad que Eragon no pudo evitar
taparse las orejas con las manos, la voz era profunda, grave y terrible:
-
¿ACASO
TE ATREVES A CUESTIONARME, MÍSERO JINETE DE DRAGÓN? –La voz que había ido
creciendo amenazaba con desmayar a Eragon- ¿OSAS CUESTIONAR A ÁNGELA? ¿DUDAS A
CASO DE MIS PODERES?
Y entonces todo
volvió a la normalidad, el vestido de la herbolaria dejó de irradiar esa
potente e insoportable luz y el fuego volvió a iluminar toda la habitación.
Eragon se sorprendió viéndose de pie, así que se dejó caer de nuevo sobre la
silla. Ángela volvía ser la de siempre, y su sonrisa volvía a instalarse en su
rostro:
-
Aun
así, te demostraré que te equivocas
-
¿Cómo
has hecho eso sin hablar en el idioma antiguo?
-
Ya
te dije una vez que yo era poderosa, no te olvides de quien te rescató en
Dras-Leona, pero no has venido aquí por eso ¿no?
Dicho esto, la
herbolaria se inclinó hacia la derecha y abrió un cajón del que extrajo una
pequeña bolsita de tela cerrada por unos hilos. Sin prisa fue desatando, uno a
uno fue quitando los nudos mantenían cerrada la bolsa, los hilos eran de
distintos colores, el primero que desató fue el rojo, después el verde, el
azul, el amarillo, el negro y por último, el blanco, este último se le resistió
un poco pero finalmente Ángela extrajo sus preciados nudillos de dragón.
Ángela se puso
seria mientras sostenía los huesos con ambas manos, pero aquella vez no cerró
los ojos sino que permaneció mirando al jinete, la hoguera de odio que hervía
en su interior, no se había apagado. La ira aún se reflejaba en los ojos de la
bruja, Eragon detectó un movimiento a la derecha de la herbolaria y se alegró
de tener una escusa para desviar su mirada de la de Ángela, el hombre gato
observaba con una sonrisa felina, sus ojos amarillos se habían reducido hasta
transformarse en una estrecha rendija y mantenía la cola completamente
levantada. Entonces Ángela desvió la mirada hacia sus manos y pronunció con una
voz potente sin apenas mover los labios:
¡Manin! ¡Wyrda! ¡Hugin! – Y tiró los huesos
sobre la mesa. Cayeron todos juntos y relucieron bajo la tenue luz de la
hoguera-.Hasta pronto
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